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David Ricardo. (Nació en Londres, el 19 de abril de 1772 y falleció en Gatcomb Park, Reino Unido,el 11 de septiembre de 1823) Economista político inglés, siendo uno de los más influyentes economistas clásicos junto a Thomas Malthus , Adam Smith y John Stuart Mill. Fue el tercer hijo de un judío holandés de origen portugués y sefardí para mayores muestras,exitoso corredor que bolsa que engendró 17 hijos en total y que se estableció en Inglaterra; David Ricardo empezaría a trabajar a los catorce años en los negocios de su padre, es decir en la bolsa de valores, vaya entretenimiento para un adolescente.
A los 21 años rompería lazos con su religión ancestral, para adoptar la religión cuáquera, con el fin de contraer matrimonio con una muchacha de la que se había enamorado y que pertenecía a dicha secta.El nombre de su esposa era Priscilla Anne Wilkinson.Su padre lo desheredó por este desplante y se dice que su señora mamá dejó de hablarle por esto mismo.Con esta dama engendraría 8 hijos
A los 22, David Ricardo ya se había establecido como negociante por su propia cuenta, así tan solo hubiera empezado con 800 libras esterlinas (prestados, según algunas fuentes) y solo a los 26 años hubiera logrado la independencia económica, aprovechando los contactos realizados previamente.
Fue agente de Bolsa y más tarde inversor, y su habilidad en los negocios le permitió amasar en pocos años una fortuna considerable. A pesar de no contar con una formación académica[1], era un hombre cultivado, especialmente en los campos de la literatura, las matemáticas, la química y la geología[2].
En 1799 leyó La riqueza de las naciones, de Adam Smith, y la obra despertó su interés por la economía, por lo que se dedicó durante diez años a estudiar la materia. Se retiró en 1814, a la edad de cuarenta y dos años, e ingresó en la Cámara de los Comunes cuatro más tarde.Se dice que cuando se retiró, en 1814, a los 42 años, tenía una fortuna que oscilaba entre las 500.000 y 1.600.000 libras esterlinas, según diversos cálculos. Se relacionó con los intelectuales más importantes de su época, entre ellos James Mill (padre de John Stuart Mill), Jeremy Bentham y Thomas Malthus, con quien mantendría una copiosa correspondencia. Fallecería como consecuencia de una infección en un oído.
Sus primeros escritos estaban dedicados a temas monetarios, en especial a la depreciación de la libra durante las guerras napoleónicas, motivada por la excesiva emisión de billetes por el Banco de Inglaterra durante los años de suspensión de la conversión en oro. Sobre este tema escribió el breve tratado El alto precio de los lingotes, una prueba de la depreciación de los billetes de banco, publicada en 1810. Ricardo dedujo que el Banco de Inglaterra tenía que controlar los volúmenes de dinero y crédito, hecho que tuvo una enorme importancia para el desarrollo de las teorías sobre el papel que correspondía a los bancos centrales.
Participó en los debates sobre las leyes del trigo (Corn Laws), mediante las cuales el Parlamento había aumentado los aranceles del trigo ante la caída de los precios. En relación con este tema, en 1815 publicó su “Ensayo sobre la influencia del bajo precio del trigo sobre los beneficios del capital”, en el que sostenía que el aumento de las tarifas aduaneras beneficiaba únicamente a los terratenientes y perjudicaba a las manufacturas[3].
Dos años más tarde apareció su obra más importante, los “Principios de economía política y tributación”, que se reeditó en dos ocasiones (1819 y 1821), donde aportaba importantes innovaciones con respecto a la obra de Adam Smith en temas como el valor, el dinero, el comercio internacional y la distribución de la renta[4]. A diferencia de Smith, que definía el valor en función exclusiva de los costes de producción (salarios, beneficio y renta de la tierra), Ricardo desarrolló una teoría del valor-trabajo la cual, aun manteniendo que el valor estaba determinado por el coste de producción (y no por la utilidad del bien), matizaba que el trabajo necesario para la obtención de un bien era la medida absoluta de su valor, pues el capital (que aplicado al trabajo aumenta su productividad) constituía en realidad trabajo acumulado. Así pues, en su opinión, el valor de un bien era la suma del trabajo directo (salarios) y el trabajo acumulado (capital). [5]La concepción ricardiana del valor trabajo tuvo una enorme influencia sobre Karl Marx. La teoría de la distribución de la renta de Ricardo distinguía tres categorías: renta del terrateniente, salario del trabajador y beneficio del capitalista. Su análisis fue de carácter dinámico, ya que su preocupación giraba en torno a cómo se efectuaba la distribución de los beneficios del progreso económico entre los distintos grupos sociales. Explicó el aumento de la renta de los terratenientes basándose en la ley de los rendimientos decrecientes. En materia de comercio internacional, enunció la teoría de las ventajas comparativas, que defendía la especialización a nivel internacional en la producción de bienes en base a los costes relativos de los factores, con extensión de las ventajas del libre comercio interior al intercambio entre países.
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[1] Siendo un hombre de negocios, se le definía intelectualmente como un teórico puro 
[2] De Ricardo se decía que tenía una sorprendente rapidez para los números y operaciones aritméticas, una gran capacidad para realizar, al parecer, sin esfuerzo, una inmensa cantidad de transacciones sin perder la serenidad ni el juicio. 
[3] Para Ricardo la sociedad era una pugna feroz por la supremacía. Era el tiempo en que Inglaterra se dividía en lo alto de la pirámide social entre los nuevos industriales (atareados en sus fábricas y en luchar por conseguir representación parlamentaria y prestigio social) y los terratenientes (aristocracia rica y envidiosa de los avances de los cínicos nuevos ricos, los industriales). La razón de ser de la inquina de los terratenientes, obedecía básicamente a que los industriales insistían en que los precios de los alimentos eran demasiado elevados. Inglaterra, antaño exportadora de cereales, ahora debía comprar alimentos en el extranjero. Pero el crecimiento vertiginoso de la población inglesa hizo que la demanda de cereales superase a la oferta y a que se hubiese cuadruplicado el precio del trigo. Al subir el precio subían también los beneficios de los comerciantes e industriales que importaban el grano. Pero cuando bajaron los precios, a pesar de disminuir los márgenes de los nuevos ricos, dañaban el negocio de los terratenientes al traer grano de menor precio que el producido por ellos. Por eso los terratenientes no querían a los industriales y tenían como demostrarlo. Al controlar el parlamento, dictaron entonces medidas proteccionistas, leyes sobre cereales que gravaban con derechos movibles la importación de granos; cuanto más bajaba el precio del cereal del país, más iba subiendo el arancel al importado. En conclusión, se trataba de impedir que se vendiesen en el mercado inglés cereales baratos. El asunto era que el costo del alimento influía en los salarios que tanto industriales como terratenientes habrían de pagar a sus empleados, luego a los capitalistas les convenía que hubiera alimento barato, y no por razones humanitarias, de seguro. Luego según Ricardo los únicos beneficiados con el progreso de la sociedad eran los terratenientes, salvo que se les arrebatara el dominio sobre el precio de los cereales. Los industriales hicieron de él su campeón. Irónicamente, David Ricardo acabaría su vida como terrateniente. 
[4] A pesar de haberse hecho tan amigos, discrepaban en los temas económicos fundamentales. De ahí que se haya tomado la molestia de escribir estas doscientas veinte cuartillas señalando los puntos débiles del reverendo Smith. En el año de 1823 Ricardo se expresaba así en la última carta que le escribió a Malthus: “Mi querido Malthus, con esto he terminado. Ambos nos quedamos en nuestras mismas posiciones después de tanta discusión, cosa que suele ocurrir a los que discuten. Sin embargo, esas discusiones no han afectado en nada nuestra amistad, aunque usted se declarase de mi misma opinión, no podría estimarle más de lo que le estimo”. Falleció de repente aquel mismo año a la edad de 51. Malthus no murió hasta el año de 1834. Y al hablar de David Ricardo dejó dicho: “A nadie quise tanto como a él, si se exceptúan los miembros de mi familia”. 
[5] Ricardo ve a los trabajadores como unidades indiferenciadas de energía económica, cuyo único aspecto humano era su irremediable apego a «las delicias de la sociedad doméstica». De lo que resulta que a cualquier subida de los salarios, casi instantáneamente, aumenta la población. (saquen sus conclusiones). Los capitalistas son máquinas económicas de engrandecimiento propio, cuyos beneficios dependen en gran medida de los salarios que deben pagar a sus empleados (gran problema). El terrateniente a diferencia de los anteriores solo dependía de la fertilidad de la tierra, no del esfuerzo del trabajador ni de la recursividad del comerciante. Luego al terrateniente poco le afectaba la competencia ni la presión poblacional.

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