Voltaire biografia,obras, quien, fue, aportaciones, ideas, pensamiento
Voltaire biografia, obras, quien, fue, aportaciones, ideas, pensamiento.
Hagamos una breve biografia de Voltaire, ese francés ilustrado, escritor, filósofo e historiador, ingenioso y defensor de las libertades civiles, incluyendo las libertades de religión y de libre comercio.
Escribió más de 20.000 cartas y más de 2.000 libros y folletos. Satírico polemista, iba lanza en ristre contra la intolerancia y el dogma religioso.(FRANÇOIS MARIE AROUET LE JEUNE, llamado en anagrama o mejor, seudónimo, Voltaire) (21 de noviembre de 1694- mayo 30 de 1778) Poeta, dramaturgo y filósofo francés, que nació en Paris y estudió en el colegio de jesuitas Louis le Grand desde lo diez años, y recibe allí una educación marcadamente literaria. Luego, debido a los gustos de su padre, notario, empieza a estudiar derecho, carrera que nunca terminó debido sobre todo a su decisión de convertirse en un hombre de letras. Estuvo empleado como secretario de la embajada francesa en La Haya pero allí se encaprichó de una joven al parecer no muy recomendable, puesto que para alejarla de ella, el embajador decide regresarlo a París.
Acusado[1] de haber escrito un poema difamatorio contra el Regente, Felipe de Orleans, sufre el primero de sus destierros y ha de abandonar París. De regreso a París y tras exculparse, se le atribuyen nuevos escritos difamatorios y es enviado a La Bastilla en 1717. Durante los 11 meses que permanece allí, toma el nombre de «Voltaire», anagrama de «Arouet Le Jeune». En 1718 se representa en la Comédie Française su tragedia en verso, Edipo, que logra un gran éxito[2]. Asuntos de honor con un noble[3] le llevan de nuevo a La Bastilla en 1726; de allí sale exiliado hacia Inglaterra, donde permanece tres años y donde conoce las doctrinas de Locke y Newton[4], que influyeron decisivamente en su pensamiento[5].
Sus éxitos literarios se sucedieron unos a otros: La Henriada (1727), poema, Bruto, Zaira, tragedias, Historia de Carlos XII (1731), ensayo histórico y una de sus obras más perdurables, Cartas filosóficas, publicadas en 1734. La aparición de esta obra supuso un escándalo público; las Cartas fueron quemadas públicamente y su autor, amenazado de arresto, tuvo que huir[6].
En esta obra Voltaire contrapone el modelo político inglés al francés, y la filosofía de Newton a la de Descartes; expone el empirismo inglés y dedica un comentario a los Pensamientos de Pascal para poner un ejemplo de lo que no ha de ser un hombre ilustrado [7].
El refugio a que se acoge Voltaire es el castillo de la marquesa de Chatêlet, en Cirey (Champagne), a quien se une sentimentalmente durante los dieciséis años siguientes. Durante esta época relativamente tranquila y fructífera -construyen en el castillo un laboratorio de física y química, comparten estudios de matemáticas e historia, se reúnen con científicos y personas de relieve- publica, aparte de diversas tragedias[8], Elementos de la filosofía de Newton (1737), Metafísica de Newton (1740), y es nombrado miembro de la Academia Francesa en 1746. Tras la muerte de Mme. de Chatêlet[9], Voltaire, invitado por Federico de Prusia, parte para Berlín, donde es nombrado chambelán de la corte y goza de aposentos en los palacios reales. De esta época es la importante obra El siglo de Luis XIV (1751).
Deja Prusia, tras una riña con su antiguo amigo y entonces competidor en la fama, Pierre-Louis Moreau de Maupertuis, nombrado por Federico de Prusia presidente de la Real Academia Prusiana de Ciencias y Letras, y se traslada a Francfort y luego a las inmediaciones de Ginebra (1754-1755). Aprovecha el desasosiego causado por el terremoto de Lisboa de 1755 para publicar Poema sobre el desastre de Lisboa, inicia sus colaboraciones con la Enciclopedia, y publica los siete volúmenes de Ensayos sobre la historia general y sobre las costumbres y el espíritu de las naciones (1756) e Historia del imperio de Rusia bajo Pedro el Grande (1759), obras en que prosigue el espíritu histórico que había iniciado con El siglo de Luis XIV, y en las que centra la historia no en los hombres sino en las manifestaciones del espíritu humano: el arte, las costumbres, las instituciones sociales, las religiones.
En 1758 compra una finca en Ferney, en la Lorena, y se instala allí definitivamente. En 1759 aparece Cándido, o el optimismo, poema en que prosigue la línea de crítica al optimismo leibniciano y de creencia en la providencia divina. Poco después, aprovechando el éxito logrado con sus esfuerzos por reivindicar la memoria de Calas, hugonote quemado bajo la acusación de ahorcar a uno de sus hijos convertido al catolicismo, publica Tratado de la tolerancia. Durante esta época discute repetidas veces con Rousseau, el cual le culpaba de la mala disposición que las autoridades religiosas de Ginebra le mostraban.
En estos años comienza su lucha constante contra la Iglesia católica, en la que personifica su odio a la religión, mientras se confiesa creyente en un Ser supremo y nunca ateo, antes bien decididamente opuesto al ateísmo profesado por Diderot y el barón d´Holbach, y a partir de 1759 firma sus cartas con el grito «Écrasez l´infâme». «La infame» es, en realidad, la superstición religiosa y el abuso del poder. Aparecen sucesivamente diversas obras de contenido filosófico: El diccionario filosófico de bolsillo (1764), Filosofía de la historia (1765), El filósofo ignorante y Comentario al libro sobre delitos y penas de Beccaria (ambos en 1766).
A pesar de todos sus éxitos filosóficos y literarios, a Voltaire le estaba prohibido todavía acercarse a París. Tras subir al trono Luis XVI, aprovechó la representación en la Comédie Française de su tragedia, Irene, para acudir a la capital[10]. El éxito personal de Voltaire en París fue clamoroso. Una enfermedad sobrevenida pocos días después le decide a ponerse en paz con la Iglesia y declara que quiere morir en la fe católica en que había nacido. Momentáneamente restablecido, acude a la primera representación de Irene. En el trayecto, la Academia Francesa en pleno, reunida entonces en el Louvre, le rinde tributo de admiración y respeto y d´Alembert hace su elogio público. Luego, en el teatro, acabada la representación, el actor principal le ciñe las sienes con una corona de laurel.
Murió el 30 de mayo siguiente; sus últimas palabras fueron: «Laissez-moi en paix». Su sobrino, el abate Mignot le trasladó al monasterio benedictino de Scellières, cerca de Troyes donde fue sepultado. Un cirujano extrajo su cerebro y su corazón. Posteriormente fue trasladado en triunfo al Panteón de Hombres Ilustres, en París. Del cerebro de Voltaire se perdió el rastro; el corazón se conserva en la Galería Nacional de París.
Su biblioteca personal fue vendida por su sobrina, Mme. Denis, a Catalina la Grande de Rusia.
La vida y el pensamiento de Voltaire ofrecen, acaso más que cualesquiera de su tiempo, dos caras: por un lado, hay confianza optimista, lucha contra el mal y contra el oscurantismo, contra el prejuicio y la inútil frondosidad de la historia. Por el otro, hay desesperación ante la estupidez humana y, al lado de ello, efectiva comprensión histórica de esta estupidez. Las diferencias entre Voltaire y Rousseau no logran borrar el hecho de una más fundamental coincidencia: mientras gran parte de los iluministas bogan en una nave optimista y dentro de un materialismo más o menos disimulado, Voltaire y Rousseau rechazan todo superficial materialismo y quieren efectivamente creencias que sean ideas claras. Ahora bien, en tanto que Rousseau suponía que, siendo natural, el hombre era naturalmente bueno, Voltaire advertía que la estupidez humana solamente podía curarse con la ilustración y el saber, esto es, con la supresión del prejuicio, con la adscripción de fuerza a la ilustración o, lo que es lo mismo, con la adquisición por la fuerza y el despotismo de un carácter ilustrado. La lectura de la historia "en filósofo" no significa, en última instancia, sino la necesidad de buscar tras la historia aquellos escasos momentos en que se ha producido la unión de la debilidad del espíritu con la fortaleza del déspota. Momentos escasos, porque la historia en conjunto no parece ser sino la manifestación del mal que hay en la tierra. El continuo combate de Voltaire contra todo fácil optimismo y en particular contra la teodicea de Leibniz, es el combate de un hombre que quiere reconocer la existencia del mal , porque advierte que la razón no solamente es impotente para explicarlo mas también para suprimirlo. De ahí que Voltaire no sea tampoco un racionalista al uso y de ahí, tras lo que lo separa de Rousseau, lo que con él lo une. El singular maniqueísmo de Voltaire no es, empero, el maniqueísmo de quien concibe al hombre como espectador desinteresado en una cósmica lucha de los buenos contra los malos; lo que caracteriza a Voltaire es el llamado continuo a la "sana razón humana" para que intervenga en la querella y apoye a los primeros en su propósito de aniquilación de los últimos.
Dentro de este marco debe comprenderse la contribución de Voltaire a la comprensión de una historia que aparentemente despreciaba, porque quería podarla de la fábula y de la leyenda no obstante aprovecharse de toda fábula y de toda leyenda para poder efectivamente escribirla, es decir, comprenderla. Mas la lucha del bien contra el mal no es simplemente la lucha del saber contra la ignorancia, de la prudencia contra el fanatismo.
Llega un momento, en efecto, en que saber y prudencia no son suficientes para aniquilar lo que se muestra cada vez con mayor vigor en la historia humana y por ello la realidad parece escindirse en dos grandes sectores, en cada uno de los cuales puede haber prudencia y fanatismo, saber e ignorancia. Lo que hace falta ya entonces no es tanto el saber como el empleo de este saber, no es tanto la ignorancia como el hecho de conocerla y utilizarla. Y por eso en el secreto fondo de Voltaire alienta la visión de una lucha universal —de la que se siente principal representante— entre el fanatismo de la verdad y el fanatismo de la mentira, entre la razón reveladora de luz y la razón justificadora de tinieblas, entre la naturaleza auténtica y la naturaleza oscura, entre el bien eminente y el mal.
No obstante la claridad y acuidad con que Voltaire expresa su pensamiento filosófico, es más difícil presentar un resumen de éste que de otros pensamientos más complicados y completos. Ello obedece, por un lado, a que no hay en Voltaire —ni el autor tiene la pretensión de poseerlo— un sistema filosófico y, por otro lado, a que con gran frecuencia sus ideas se reducen a "actitudes".
Ello no significa, empero, que Voltaire no haya contribuido de un modo efectivo al trabajo filosófico de la época. Esto acontece cuando menos en un respecto: en la filosofía de la historia. Además de elaborar las nociones antes aludidas y más o menos difusas entre los pensadores de la Ilustración —progreso, despotismo ilustrado, etc. — Voltaire propuso con su idea del "espíritu de las naciones" un instrumento de comprensión histórica que alcanzó gran fortuna en períodos posteriores y que de un modo o de otro encontramos en el pensamiento historiográfico y filosófico- histórico romántico. El intento de reducción de la complejidad de los fenómenos históricos a la invariante de un espíritu en torno al cual se organizan los más diversos hechos puede, pues, considerarse como la más importante contribución filosófica de nuestro autor.[11]
[1] No sería la única acusación con la que cargaría; en algún momento se le endilgaban relaciones homosexuales durante su juventud.
[2] Declarándosele incluso sucesor del gran Racine.
[3] El caballero de Rohan, que se burlaba de su nombre adoptado.
[4] Y le llama poderosamente la atención la doctrina de los cuáqueros a los que le otorgaba una gran responsabilidad en los logros científicos de Locke y de Newton.
[5] Y además se familiariza con el sistema político inglés, haciéndose amigo inclusive de Samuel Clarke, Jonathan Swift y Alexander Pope. Entre otras cosas, aprende de los ingleses el valor de la independencia económica. A este respecto, hay que decir que sus éxitos literarios, unidos a las pensiones reales de que gozaba y a sus inversiones y especulaciones constantes durante toda su vida, además de la parte de fortuna que heredó de su padre, muerto en 1722, hicieron de Voltaire un hombre rico e independiente; se calcula que la herencia que dejó al morir alcanzaba el valor de mil millones de francos actuales (hablamos de los años 1990 aproximadamente)
[6] En esos textos trataba de demostrar la conveniencia de la tolerancia religiosa.
[7] Para Voltaire, el propósito de la vida no es alcanzar el cielo, sino asegurar la felicidad a todos los hombres, echando mano de los progresos en las ciencias y las artes.
[8] Durante este tiempo tiene vínculos amorosos también con su sobrina Mme Denis, una encantadora viuda, sin romper con su amante oficial.
[9] El 10 de septiembre de 1749, durante un parto.
[10] En 1778, mismo año en que la uremia lo agfligió.
[11] Bibliografía consultada:
Ferrater Mora José. Diccionario de Filosofía. Editorial suramericana Buenos Aires. Quinta Edición 1964.
Voltaire, en Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.
Voltaire. (2008). Encyclopædia Britannica. Ultimate Reference Suite. Chicago: Encyclopædia Britannica.
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