Rene Descartes-Biografia-historia-pensamiento-informacion-aportes-obras-filosofía-psicologia-ciencia

Rene Descartes, Biografía, historia, pensamiento, información, aportes, obras, filosofía, psicología, ciencia, física, geometría; es un pensador sin el cual no es posible entender la ciencia moderna y, dado que marcó no solo la filosofía y las matemáticas sino muchas otras áreas del saber, lo traemos a este blog, partiendo de una edición vieja de esta biografía y actualizando sus datos, ortografía y limpiando su html.

Biografia

Primeros años

René Descartes o Renatus Cartesius (1596-1650), ha sido uno de los más grandes filósofos franceses, fundador del racionalismo. Nació Descartes en La Haya[1] (Turena), en el seno de una familia burguesa, el 31 de mayo de 1596; fue el tercer hijo de Joachim Descartes[2] y de Jeanne Brochard[3] . Cuando tenía 1 año Rene Descartes, fallece su madre (15/05/1597). Al envidar su padre (quien laboraba para el parlamento provincial), volvió a casarse en el año 1600 con Anne Morie.
Descartes pasa al cuidado de su abuela[4] quien lo educó hasta el año de 1606 fecha en que ingresa en el colegio de los jesuitas de la Flèche[5], fundado dos años antes, y una «de las más celebres escuelas de Europa», y cuyas enseñanzas, en particular la filosofía escolástica aprendida de 1612 a 1614, que Descartes enjuicia en su Discurso del Método[6]. Allí entabla amistad con el sacerdote Martín Mersenne (1588-1648), un nexo que duraría toda la vida.

Estudios, enseñanza y viajes

Abandona esta escuela y en el año 1616 se halla en Poitiers cursando estudios de derecho. En 1618, queriendo leer el «libro del mundo», se enrola en el ejército de Maurice de Nassau, príncipe de Orange, y participa así en la guerra de los Treinta Años[7]. Este mismo año conoce a Isaac Beeckman (noviembre de 1618), un investigador holandés, momento a partir del cual Descartes se interesa por la investigación científica, que “combina la matemática y la física, en una forma exacta”[8]. 

Por la correspondencia de Beeckman[9] se sabe que Rene Descartes por esta época buscaba ya, como había hecho Ramon Llull, un «arte general para resolver todas las dificultades». Desmoronada la amistad con Beeckman, Descartes abandona Holanda y se enrola en el ejército católico de Maximiliano de Baviera.
En noviembre de 1619, en Ulm, según su propio relato, descubre «los fundamentos de una ciencia maravillosa», tras interpretar el sentido de tres sueños[10] habidos la noche del 11 de noviembre, que se considera el punto de arranque de su nuevo método.[11]

Sigue de 1620 a 1629 un período de 9 años de viajes, de los que hay que destacar que, en 1622, adquiere un patrimonio familiar que le permite autonomía económica[12] y que, pese a llevar a cabo un viaje a Italia, no llega a conocer a Galileo. Algunas fuentes mencionan que Descartes en 1623 vende todos sus bienes e invierte en bonos lo que le permitiría una buena renta de por vida. Hacia 1625-1627 se halla en París[13], donde llega a ser conocido entre los medios literarios, científicos y filosóficos, como «excelente matemático» y perfecto hombre de mundo. Entre sus amigos, se cuentan sobre todo Marin Mersenne[14] y el cardenal de Bérulle. 

En este ambiente participa en la discusión entre el valor y sentido de la filosofía tradicional escolástica y los métodos innovadores de la «nueva ciencia» que, por aquel entonces, se hallaba mezclada con las llamadas «ciencias curiosas» (magia, alquimia, astrología). Por esta época Descartes comienza a redactar las Reglas para la dirección del espíritu (en 1628) aunque fueron publicadas póstumamente. En ellas consta ya la conocida afirmación cartesiana de que, al menos una vez en la vida, conviene poner todo en discusión, y el rechazo frontal y total de la filosofía escolástica y, con ella, del aristotelismo. Frente a las confusiones y ambigüedades de la mezcla de la nueva ciencia con las ciencias curiosas, propia del Renacimiento, Descartes presenta los puntos esenciales de su método deductivo de razonar, esencialmente matemático, proponiendo como ciencia ideal aquella que primero justifica el método en que se fundamenta, cuyos puntos esenciales son: la intuición, la deducción, la enumeración o inducción y la memoria o recuento de todos los pasos dados. Tras una importante discusión pública, en casa del nuncio y ante la flor y nata de todo París[15], en la que expone su método, que él denomina «método natural» de razonar, y en la que el cardenal de Bérulle le dedica grandes elogios y le anima a desarrollar una filosofía fundada en dicho método, Descartes se marcha a la región de Bretaña y luego, hacia 1629, se instala definitivamente en Holanda.

Madurez y obras filosóficas

En este país, extrañamente aislado, aunque en contacto epistolar con científicos y filósofos, con Mersenne sobre todo, y cambiando continuamente de lugar de residencia para no ser hallado, encuentra la paz de espíritu necesaria para desarrollar sus investigaciones, matemáticas primero y luego filosóficas, con la intención de hallar razonamientos filosóficos más evidentes que los geométricos.
En 1637 aparece Discurso del método, que publica en Leiden, en francés, sin su nombre, junto con tres ensayos científicos, Dióptrica, Meteoros y Geometría, que él afirma que son ensayos hechos según su nuevo método.
Mientras tanto, en 1633, el Santo Oficio condena las afirmaciones de Galileo sobre el movimiento de la tierra, por lo que Rene Descartes interrumpe la redacción de Mundo; en 1635, de Helene Jans van der Strom, mujer que le cuidaba, tiene una hija (Francine Descartes, quien moriría de escarlatina) a la que legitima; en 1640, mueren su padre, su hermana y su hija de cinco años («el dolor más grande de su vida»).

En 1641 publica una redacción en latín de Meditationes de prima philosophia -iniciadas hacia 1628-, junto con las objeciones que Mersenne había podido recoger previamente, sobre todo de Gassendi y Hobbes, y las respuestas de Descartes. Descartes va siendo cada vez más conocido en Holanda, y mayor es el número de amigos, científicos y filósofos que le visitan, pero arrecian también las críticas y la oposición a su filosofía. Hobbes le visitará pero no lograrán ponerse de acuerdo; Hobbes se alinea con la nueva ciencia, mientras que Rene Descartes, que no acepta ni la filosofía escolástica ni la nueva ciencia, pretende que su filosofía llegue a substituir a la antigua escolástica. De hecho, sus Meditaciones van precedidas de una carta dirigida a los profesores de la Sorbona de París para captarse su benevolencia. En realidad, lo que obtiene son ataques, principalmente de Pierre Bourdin, jesuita influyente, y de Gilbert Voët, profesor de la universidad de Utrecht. Tuvo que intervenir la autoridad política para lograr que cesaran los ataques contra Rene Descartes en las universidades holandesas, que lo acusaban de ateísmo y pelagianismo.

En 1644 aparecen, también en latín, los Principia philosophiae: con ellos intenta ofrecer un manual de su propia filosofía, redactado al estilo de los que entonces se utilizaban. Los dedica a la princesa Isabel, hija de Federico V, rey de Bohemia y elector del Palatinado, refugiado entonces en Holanda, tras la batalla de la Montagne Blanche (1620). La princesa había conocido y tratado a Descartes y mantenía con él correspondencia sobre temas de filosofía; en sus Cartas a Isabel, puede apreciarse la moral definitiva cartesiana. El interés de esta princesa por cuestiones psicológicas hizo que Rene Descartes compusiera en 1649 un tratado sobre Las pasiones del alma, que es interesante para comprender las relaciones entre mente y cuerpo en su sistema. Durante los años 1647-1649, aparecen las traducciones al francés de las Meditaciones y los Principios y, en 1648, vuelve por última vez a París, donde coincidió con los tumultos de la Fronda.

Muerte

En 1649 aceptó no de muy buen grado la invitación de la joven reina de Suecia, Cristina, interesada en su filosofía desde 1646, a trasladarse a su corte. El clima riguroso de Suecia y el horario intempestivo - las cinco de la mañana- de las lecciones que debía dar a la reina acabaron con la vida de René Descartes, que murió el 11 de febrero de 1650, a los 53 años de edad.
Tal vez fuera neumonía. Aunque hayan teorías sobre conspiraciones una posible muerte por envenenamiento por arsénico.
Sus despojos mortales, como católico romano fallecido en un país protestante, fueron sepultados en el Adolf Fredriks kyrka de Estocolmo.Posteriormente sus restos serían llevados a Francia y enterrados en la abadía Sainte-Geneviève de Paris (24 de junio 1667).Faltaba su pulgar, que lo habría tomado el embajador de Suecia Hugues de Terlon, encargado de su repatriación.Después de 1792 se extravía el cráneo de Descartes, pero se conservan fragmentos de la tibia, el fémur, radio y cúbito; los demás huesos estaban reducidos a polvo.
El 26 de febrero de 1819 sus despojos mortales pasarían a residir en la abadía Saint-Germain-des-Prés. Tras la muerte de Descartes, en las universidades holandesas comenzaba el cartesianismo.

Prohibición de sus escritos

En 1663 la Santa sede prohibió los escritos de Descartes, al incluirlos en el Index Librorum Prohibitorum

Psicología

La "psicología" de Descartes no sigue enteramente las líneas de la racionalización geometrizante que opera en la física. Por un lado, hay en las ideas psicológicas de Descartes mucha más descripción que deducción racional. Por otro lado, Descartes tiene conciencia de que aunque todas las operaciones psíquicas son cogitaciones, lo único común a éstas es su carácter intencional. Los fenómenos de la voluntad, por ejemplo, no se reducen fácilmente a los de la inteligencia. 

Ahora bien, aun así, Descartes trata de encontrar en su "psicología" un método basado en la claridad y la distinción. Por eso cada una de las variedades de los modos psíquicos tiene que ser deducida de la propia esencia de este modo. Así, Descartes define las pasiones como "reacciones". Las principales "reacciones" son la admiración, el amor, el odio, el deseo, la alegría y la tristeza. La voluntad es la facultad de juzgar o abstenerse de juzgar, de asentir o negar el juicio. Esta voluntad es infinita y completamente libre de dar o no su adhesión, pues el entendimiento muestra simplemente a la voluntad lo que debe elegir. La infinitud de la voluntad se contrapone a la finitud del entendimiento: el error radica no sólo en la adhesión a las representaciones confusas y oscuras, sino en el acto volitivo que sobrepasa el carácter limitado del entendimiento.

Consecuencias y conclusiones

Pero los supuestos de la filosofía cartesiana no quedan agotados tampoco en la tendencia a la reducción de lo complejo a lo simple. Hay en ella la idea de que es posible reconstruir el universo entero a base de elementos simples; hay la seguridad de que se ha alcanzado por vez primera una seguridad intelectual completa; hay la confianza en que todo hombre, por el mero hecho de serlo, puede llegar al conocimiento siempre que utilice el método conveniente. Lo que importa para la verdad es, pues, menos la penetración espiritual que el adecuado uso del método. Hay, finalmente, el supuesto de una ordenación de la Naturaleza o, más aun, de una ordenación según ley matemática, pues el método se contrapone continuamente a la suerte. Por eso el método es como la clave de un lenguaje. Y por eso la filosofía de Descartes es casi el "programa" de la época moderna, cuando menos en tanto que exploración de las posibilidades de la razón.

Interpretaciones

La filosofía de Descartes ha sido objeto de numerosas interpretaciones. Mencionaremos sólo tres grupos de teorías sobre tres puntos estimados centrales. Uno de estos grupos de teorías se refiere a un aspecto sociológico-histórico: se trata de saber si hay que interpretar siempre de modo más o menos literal lo que Descartes ha escrito o de si hay que considerar a Descartes como un "filósofo enmascarado", que oculta su verdadero pensamiento (Larvatus prodeo) por miedo a las consecuencias que su manifestación podría acarrear. La interpretación de los escritos de Descartes como expresión del pensamiento auténtico del filósofo es no sólo la tradicional, sino también la aceptada hoy generalmente por todos los expositores del cartesianismo. La interpretación de Descartes como "filósofo enmascarado" ha sido propuesta por M. Leroy. Otro de estos grupos afecta al interés predominante de Descartes. Para algunos, el único interés del filósofo consistió en dar un fundamento filosófico a la nueva ciencia natural, o inclusive desarrollar pura y simplemente esta última. Para otros (como Léon Blanchet), Descartes pretendió hacer lo mismo que la Iglesia católica ha intentado frecuentemente: establecer un equilibrio entre teología y filosofía, y entre revelación y razón. Para otros (Cassirer), Descartes se interesaba como filósofo teórico por la fundamentación filosófica de la nueva ciencia y como hombre por la obtención de la pax fidei. Para otros (H. Gouhier), puede distinguirse entre Descartes y el cartesianismo y atribuir a cada uno de ellos no intereses opuestos, pero sí una cierta acentuación de tales intereses en un sentido o en otro. Otro de estos grupos, finalmente, toca a la estructura de la obra filosófica de Descartes y a la función desempeñada por ella por ciertas afirmaciones (tales, el Cogito ergo sum). Para algunos (M. Guéroult), Descartes fue ante todo un razonador, cuya filosofía siguió un estricto "orden de razones"; para otros (F. Alquié), Descartes concibió las verdades fundamentales como "experiencias ontológicas".[16]

Citas o Frases Célebres

Este es un pequeño listado de citas o frases célebres atribuidas al ilustre fundador del racionalismo:
Pienso, luego existo
No basta con tener una buena mente, lo principal es usarla bien
Dividir cada dificultad en tantas partes como sea posible y necesario para resolverlo
Un estado es gobernado mejor si tiene pocas leyes y estas son observadas rigurosamente.
Si quieres ser un buscador de la verdad real, es necesario que por lo menos una vez en la vida usted dude,en la medida de lo posible, de todas las cosas.
[1] La Haye, Touraine. [2] Consejero del parlamento de Bretaña, que debe pasar varias temporadas del año en el ejercicio de su cargo, en Reenes. [3] Quien murió en su siguiente parto, en 1597. [4] Junto con sus dos hermanos mayores. Esta abuela habría de morir cuando Descartes tenga 14 años. [5] La Escuela Real, fundada hacía dos años por Enrique IV. Los primeros cinco años del programa se guiaron por los ideales del humanismo renacentista, y, por tanto, se dedicaron a estudiar latín, griego y literatura clásica (sobre todo latín y las obras de Cicerón). Los últimos tres años fueron dedicados a la enseñanza en numerosos temas, entre ellos: 1-) Filosofía aristotélica-Tomista, incluyendo dialéctica (El Organon de Aristóteles), la filosofía natural (Física de Aristóteles; De los Cielos [De caelo], y De la Generación y la Corrupción [De generatione et corruptione], libro I); 2-) Matemáticas (aritmética, geometría, y temas de matemáticas aplicadas, como la astronomía); 3-) Metafísica (Aristóteles, De la generación y la corrupción, libro II; Del alma [De anima], y Metafísica); 4- ) La filosofía moral (Aristóteles, Ética a Nicómaco y los trabajos de casuística jesuita). Era una almagamar interesante, tratando de conciliar el punto de vista de Aristóteles y el cristianismo de Tomás de Aquino, habiendo incompatibilidades notorias como por ejemplo la inmortalidad del alma. Así mismo en la Flèche podemos reseñar que los profesores utilizan los textos del Matemático jesuita Christopher Clavius (1538-1612), quien sostuvo que las matemáticas fue superior a las otras presuntas ciencias, por cuanto eliminaba la duda, en tanto las llamadas ciencias demostraban su incertidumbre por no poder hallar conciliación o consenso. En ese momento, los colegios jesuitas dominaban la educación secundaria en Francia y tuvieron una inmensa influencia en la formación de una generación de líderes en la política, la filosofía, y la religión. Su principal misión era combatir la herejía protestante. Dichos colegios jesuitas requerían la inmersión total en su programa educativo, marginando inclusive a los parientes de los estudiantes y permitiendo muy poco contacto de los mismos con el mundo exterior. [6] Aduciendo que le había generado muchas dudas antes que certidumbres útiles para la vida, haciéndole ser consciente de su verdadera ignorancia. De todas formas, opinaba Descartes, que había recibido la mejor educación posible, dadas las circunstancias y termina recomendando esta clase de establecimientos. [7] Definitivamente la vida militar era más atractiva que una carrera judicial, puesto que le permitiría viajar y conocer mundo, así como verificar la aplicación práctica de las teorías científicas. Efectivamente el príncipe de Orange alentó la investigación científica y empleó a uno de los principales científicos de los Países Bajos, Simon Stevin, para supervisar su ejército en materia de educación en tecnología militar. Stevin, entre sus logros científicos poseía una refutación experimental (anticipando el trabajo de Galileo Galilei) de que los cuerpos pesados caen más rápido que los livianos, entre otros hallazgos. [8] Según menciona Gaukroger, 1995, página 69. [9] Dicho sujeto pensaba, por ejemplo, que la caída de un cuerpo libremente en el vacío, aceleraría de manera uniforme (Aunque ya desde 1604 Galileo había deducido la ley que gobierna la caída libre-la velocidad de la caída del cuerpo es proporcional a la duración del cuerpo de la caída-, solo hasta 1638 habría de publicar sus hallazgos). [10] El último de los cuales parece ser decisivo para el derrotero filosófico tomado por Descartes: En ese sueño Descartes encontró dos libros sobre una mesa. Uno es descrito como un diccionario (una suerte de Enciclopedia), y el otro era una antología poética. Cuando abrió la antología, se encontró una poema de Ausonio Decimus Magnus (c. 310-395) que se abre con la frase “¿Quod vitae sectabor iter?” (“¿Qué camino voy a seguir en la vida? ") [11] Todo parece indicar que es en ese año que empieza a trabajar en su inconcluso tratado sobre metodología, Reglas para la dirección de la mente. Este trabajo estaría dividido en tres partes, constando cada parte de doce reglas o normas, pero solo terminó la primera parte completa y una porción de la segunda. [12] Realmente vende la propiedad que le había heredado su madre Jeanne. [13] Cuando Descartes regresó a París en 1625, se encontró una polémica escena intelectual. No sólo eran hombres como Mersenne preocupado por la amenaza de Pirronismo; París también ha visto el juicio de Théophile de Viau, un poeta protestante en cuyos escritos figuraban sugerencias del atomismo de Lucrecio, una celebración de la sensualidad, y la promoción del libre pensamiento. Sólo unos años antes, Giulio Cesare Vanini había sido quemado en Toulouse por la difusión de doctrinas al parecer materialistas. "Libertinos", como estos y otros fueron llamados librepensadores, fueron acusados de escandalizar y corromper con sus opiniones religiosas, así como de llevar una vida hedonista -la consecuencia natural de su negación (o el escepticismo acerca de) del más allá-. Uno de los proyectos de la Mersenne en este período fue un prolongado ataque a los religiosos heterodoxos, L'impiété des déistes, athées et libertins de ce temps (La impiedad de los Deístas, Ateos, Libertinos de nuestro tiempo [1624]). Usando, sin duda, un criterio muy generoso para el ateísmo, Mersenne estima que en París había entonces en menos 50.000 ateos (la población de la ciudad en su conjunto el momento es sólo alrededor de 300.000). Haya sido o no la amenaza tan grave como Mersenne pensaba, provocó una respuesta que trató de reprimir cualquier tipo de heterodoxia. En 1624 tres hombres intentaron celebrar un debate público desafiando diversas tesis de la filosofía natural aristotélica. El debate convocó no menos de ochocientas personas, pero la Facultad de Teología de la Sorbona impidió su realización. Los hombres fueron desterrados de París bajo pena de muerte; el parlamento prohibió la enseñanza o tesis "Contrariamente a la antigua aprobado autores, y de la celebración de cualquier debate público que no sean los aprobados por los doctores de la Facultad de Teología "(Gaukroger de 1995, p. 136). La pena por violar este edicto era la muerte. Descartes no parece, en esta etapa de su vida, haber participado en estos enfrentamientos culturales. Sus principales preocupaciones, al parecer, estaban con la solución de problemas geométricos en óptica y reanudar el trabajo en las reglas para la dirección de la mente (Regulae). Por ese tiempo, en París, descubrió la ley de refracción conocido como ley de Snell: Cuando la luz pasa de un medio a otro, la condición del ángulo de incidencia es proporcional al seno del ángulo de refracción. (Aunque Willebrord Snell descubrió esta ley antes de Descartes, del descubrimiento de Descartes fue independiente de Snell.) El conocimiento de esta ley era necesario para resolver un problema práctico de óptica, que era encontrar la curva anaclástica, la forma que la superficie de una lente debe tener para recoger los rayos paralelos de luz en un solo foco. Este conocimiento era necesario para diseñar un telescopio que proporcionara una imagen más clara que los telescopios de sus contemporáneos. Cuando Descartes estaba haciendo este trabajo, el telescopio era una invención reciente, sólo se remontaba a sus años en La Flèche. Descartes estaba muy entusiasmados con el potencial del nuevo instrumento científico para ampliar nuestros conocimientos de la naturaleza. En su tratado sobre Óptica, publicado en 1637 junto con Discurso en Método, Descartes trató de explicar la ley de Snell micro-mecánicamente, en términos de la tendencia al movimiento de las partículas involucradas en la transmisión de rayos de luz y las leyes mismas del movimiento. También propuso una solución al problema de la curva de anaclástica: que los lentes deben tener una forma hiperbólica. Sus nuevos estudios en óptica también tuvieron un impacto en su revisión de las Regulae, que le proporcionaron un ejemplo de la utilización de este método ampliando su rango inclusive a las matemáticas y a la física. [14] Miembro de la orden de Minims, domiciliado en un convento de París, que comparte su interés por las matemáticas y su filosofía mecánica. [15] Hacia el final del año, Descartes asiste a una reunión en casa del nuncio papal, a la que asistieron muchos intelectuales de París. El orador fue un químico y alquimista llamado Chandoux, que atacó la filosofía natural aristotélica como carente de una base adecuada para la química y, aparentemente, propuso un enfoque mecánico en su lugar. Contrariamente a lo que podríamos haber esperado sobre la prohibición de críticas respecto a Aristóteles en 1624, la mayoría de los presentes, que incluían Mersenne y el cardenal Pierre de Berulle, acogieron el discurso de la Chandoux. Descartes no lo hizo. Bérulle observando que Rene Descartes no comparte el entusiasmo del grupo, pregunta educadamente porqué. Descartes se dedica entonces a criticar su método y a sugerir pautas de su sistema para llegar a la verdad, evitando así falsas suposiciones. [16] Bibliografía consultada: Diccionario de filosofía en CD-ROM. 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona.Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu. Ferrater Mora José. Diccionario de Filosofía. Editorial suramericana Buenos Aires. Quinta Edición 1964. Edwin Curley (2005), DESCARTES, RENÉ. BORCHERT DONALD M, Editor in Chief, Encyclopedia of Philosophy, Second Edition, 2006. Thomson Gale, a part of the Thomson Corporation. Bibliografía sugerida por esta última obra: WORKS BY DESCARTES Discourse on Method, Optics, Geometry, and Meteorology. Translated by Paul Olscamp. Indianapolis, IN: Library of Liberal Arts, 1965. The only complete English translation of the scientific essays published with the Discourse. Oeuvres. 11 vols., edited by Charles Adam and Paul Tannery. Paris: J. Vrin, 1974–1986. This is the standard edition of the texts in their original languages. All references to Descartes’s works in this entry are to volume and page of this edition, cited as “Adam and Tannery.” Treatise of Man. Cambridge, MA: Harvard University Press, 1972. The French text with translation and commentary by Thomas Steele Hall. Descartes’ Conversation with Burman. Translated by John Cottingham. Oxford, U.K.: Clarendon Press, 1976. Descartes: His Moral Philosophy and Psychology. Translated by John Blom. New York: New York University Press, 1978. The only English language edition of Descartes’s correspondence with Elisabeth that gives her letters to Descartes as well as his replies to her. Le monde, ou Traité de la lumière (The World). French text with English translation by Michael Mahoney. New York: Abaris, 1979. Principles of Philosophy. Translated by Valentine Rodger Miller and Reese P.Miller. Dordrecht, Netherlands: D. Reidel, 1983. The only complete English translation of this work. Philosophical Writings. 3 vols. Translated by John Cottingham, Robert Stoothoff, Dugald Murdoch, and (in vol. 3), Anthony Kenny. Cambridge, U.K.: Cambridge University Press, 1985–1991. The best comprehensive English language edition. It gives the volume and page numbers of the Adam and Tannery edition in the margins. The Passions of the Soul. Translated by Stephen Voss. Indianapolis, IN: Hackett, 1989. BIOGRAPHY Baillet, Adrien. The Life of Monsieur Descartes. Translated by S. R. London: 1653. Available through Early English Books Online (http://eebo.chadwyck.com/home). Gaukroger, Stephen. Descartes: An Intellectual Biography, Oxford, U.K.: Clarendon Press, 1995. WORKS ON DESCARTES Alanen, Lilli. Descartes’ Concept of Mind. Cambridge, U.K.: Harvard University Press, 2003. Ariew, Roger. Descartes and the Last Scholastics. Ithaca, NY: Cornell University Press, 1999. Ariew, Roger, John Cottingham, and Tom Sorell. Descartes’ “Meditations”: Background Source Materials. Cambridge, U.K.: Cambridge University Press, 1998. Ariew, Roger, Dennis Des Chene, Douglas Jesseph, Tad Schmaltz, and Theo Verbeek. Historical Dictionary of Descartes and Cartesian Philosophy. Lanham, MD: Scarecrow Press, 2003. Ariew, Roger, and Marjorie Grene. Descartes and His Contemporaries, “Meditations,” Objections and Replies. Chicago: University of Chicago Press, 1995. Armogathe, Jean-Robert, and Vincent Carraud. “The First Condemnation of Descartes’ Oeuvres: Some Unpublished Documents from the Vatican Archives.” Oxford Studies in Early Modern Philosophy 1 (2003): 67–109. Baker, Gordon, and Katharine Morris. Descartes’ Dualism. London: Routledge, 1996. Broughton, Janet. Descartes’ Method of Doubt. Princeton, NJ: Princeton University Press, 2002. [adsense_id="1"] Clarke, Desmond. Descartes’ Philosophy of Science. Manchester, U.K.: Manchester University Press, 1982. Cottingham, John, ed. The Cambridge Companion to Descartes. Cambridge, U.K.: Cambridge University Press, 1992. Cottingham, John, ed. Reason, Will, and Sensation. Oxford, U.K.: Clarendon Press, 1994. Curley, Edwin. Descartes against the Skeptics. Cambridge, MA: Harvard University Press, 1978. Frankfurt, Harry. Demons, Dreamers, and Madmen. Indianapolis, IN: Bobbs-Merrill, 1970. Garber, Daniel. Descartes’ Metaphysical Physics. Chicago: University of Chicago Press, 1992. Garber, Daniel. Descartes Embodied: Reading Cartesian Philosophy through Cartesian Science. Cambridge, U.K.: Cambridge University Press, 2001. Gaukroger, Stephen, ed. Descartes: Philosophy, Mathematics, and Physics. Sussex, U.K.: Harvester Press, 1980. Hatfield, Gary. Routledge Philosophy Guidebook to Descartes and the “Meditations.” London: Routledge, 2003. Kenny, Anthony. The Anatomy of the Soul: Historical Essays in the Philosophy of Mind. Oxford, U.K.: Basil Blackwell, 1973. Kenny, Anthony. Descartes: A Study of His Philosophy. New York: Random House, 1968. Koyré, Alexandre. From the Closed World to the Infinite Universe. Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1957. Matthews, Gareth. Thought’s Ego in Augustine and Descartes. Ithaca, NY: Cornell University Press, 1992. Menn, Stephen. Descartes and Augustine. Cambridge, U.K.: Cambridge University Press, 1998. Rorty, Amélie Oksenberg, ed. Essays on Descartes’ “Meditations.” Berkeley: University of California Press, 1986. Schuster, John. “Descartes’ mathesis universalis, 1619–1628.” In Descartes: Philosophy, Mathematics, and Physics, edited by Stephen Gaukroger. Sussex, U.K.: Harvester Press, 1980. Verbeek, Theo. Descartes and the Dutch: Early Reactions to Cartesian Philosophy, 1637–1650. Carbondale: Southern Illinois University Press, 1992. Voss, Stephen, ed. Essays on the Philosophy and Science of Descartes. Oxford, U.K.: Oxford University Press, 1993. Weber, Jean-Paul. La constitution du texte des “Regulae.” Paris: Société d’édition d’enseignement supérieur, 1964. Williams, Bernard. Descartes: The Project of Pure Enquiry.Harmondsworth, U.K.: Penguin, 1978. Williston, Byron, and André Gombay, eds. Passion and Virtue in Descartes. Amherst, NY: Humanity Books, 2003. Wilson, Margaret Dauler. Descartes. London: Routledge and Kegan Paul, 1978.
Ediciones 2013-14-15

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Donaciones