Imperio de Babilonia, historia, cultura, en lo religioso, importancia, que es

Imperio de Babilonia, historia, cultura, en lo religioso, importancia, que es y qué significa.
Desglosemos de la mejor manera posible la historia del Imperio de Babilonia: Conviene precisar a nivel histórico sus hechos más relevantes para empezar a ubicarnos dentro de la confrontación de ideas que más adelante procesarán los hebreos.

En 1840 a.C., aparecen entonces en el horizonte una nueva banda semítica, los Ameritas (Amorites, Amorrites, Amoritas, Amurriter, Amorrei, Amorieten) o Amorreos[(*), conquistando con sigilo a los sumerios hasta lograrlo del todo bajo la égida de Hammurabi(**). Su leyenda sirvió como modelo en el ensamble del proto-personaje y legislador judío, Moisés, junto con Akenatón y cuyo nombre se podría traducir como: «Hammu es el que cura». 
 
Fue el sexto monarca de la dinastía fundada por el jeque Sumuabum. Este señor crea el imperio semítico de Bab-ilani (Ka-dingira en sumerio) (Babilonia para los griegos, nombre que significa «puerta de los dioses», por donde las divinidades descendían a la tierra; también se habla de la casa de la base del cielo y de la tierra).(+)
 
Tuvo que someter a las ciudades estados que seguía fragmentando la unidad nacional; ciudades como Larsa, Mari(++), Eshnunna y Asur (Assur) fueron las más destacadas. El príncipe de Mari (Zimri-Lim- o Zimrilim-) en una de sus cartas, cita entre las revoltosas tribus nómadas de su territorio a los Benjaminitas(º) y a su paladín lo llama davidum (modelo de nombre real para David, el Rey de Israel del año 1.000 a.C.). En su palacio (agrupación de 300 estancias en 200 Hectáreas) se exhumaron archivos de 20.000 tablillas de arcilla. Por ellos sabemos de la eficiencia del Estado y de la creación de un perfeccionado sistema de transmisión de mensajes por medio de hogueras, que le permitían a una noticia darse a conocer en pocas horas por toda la nación (que posteriormente adoptó Juda, llegado su cuarto de hora).

Durante estos tiempos aparecieron los extáticos, una clase de profetas en trance, que presumían de oír palabras celestiales que debían transmitir a los mortales (barruntan, con más de 500 años de anticipación a los profetas como Elías o Eliseo. Dagán y Adad[1] compiten por estas revelaciones, con la divinidad hebrea). Se dice que la estela de grandeza y unidad ponderada que recae sobre Hammurabi opacó su lustre de mano de sus herederos.

Cultura

Culturalmente hablando, los babilonios innovaron poquísimo, al contrario, conservaron la literatura y el arte con leves cambios. Legaron a la posteridad el año de doce meses, parte de la nomenclatura de las constelaciones; términos como jaspe, mirra, nafta y mezquino.
Lo crucial para este relato cultural, radica en que los babilonios y más tarde los asirios y hebreos recogieron el legado cultural sumerio-accadio y a su manera lo continuaron, adaptándolo a su lengua e idiosincrasia particulares. 
 
«El judío ortodoxo usa un término Sumerio cuando habla del divorcio. Y cuando participa en la lectura de la lección de la Torah en la sinagoga, sigue tocando el lugar pertinente en el pergamino con el borde de su mantilla de orar, totalmente inconsciente de que está representando de nuevo la escena en que el mesopotamio antiguo en los rituales de sus templos dejaba la huella del borde de su vestido en una tableta de arcilla, como prueba de su compromiso con las cláusulas del acta legal…
 
La liturgia judía está repleta de actos tomados de los babilonios. El Kol Nidre, el canto judío que se recita la víspera del Día de la redención, pidiendo perdón por haber quebrantado votos, es similar a las oraciones que formaban parte de las ceremonias mesopotámicas del Año Nuevo». [2].

Posterior también a su destierro en Babilonia, los judíos creían en demonios y exorcismos; bullían los místicos con visiones apocalípticas sobre el porvenir judío y del mundo civilizado.
 
Tal fue su ascendente sobre las civilizaciones mencionadas que hasta un siglo antes de la era cristiana, los semitas mesopotamios conservaron el sumerio (muerto como lengua desde el 2.000 A.C.) como lengua litúrgica y científica (mientras para el uso corriente se esperaban en acadio, hasta que posteriormente y mucho más adelante, el arameo ocupase su preponderancia). La religión sumeria, no despareció, tan solo evolucionó, asimilando otros conceptos vecinos y fortaleciendo su estructura.[3] 
 
Generalmente la labor babilónica consistía en copiar y transcribir la herencia cultural de sus antecesores.[4] Pero también deciden y rechazan ciertos tópicos, o desarrollan otros de una manera original. Algunos mitos sumerios, para la concepción de los babilonios, eran no solo irreverentes sino excesivamente vanidosos. Pero el escriba babilonio, aunque no sabía fabular, sobresalía poniendo orden.

Religión

Se aviene el esplendor de los semitas occidentales; étnicamente los súmenos desaparecieron y su lengua pasó a ser «culta», la de las ciencias y los dioses, pero aun estos cambiaron su prelación, por ejemplo Dagán ganó preeminencia (queriendo “desbancar” a Enlil), lo mismo que Marduk (nuevo dios de los nómadas del desierto, asociado al amanecer, que posteriormente sustituirá a Enlil y en sus actuaciones no consultará a Enki-Ea, su padre sino por cortesía y tratará de resumir en su esencia a todos los demás dioses). Shamash sustituye a Utu[5], dios solar; Sin ocupa el lugar de Nanna. Adad o Hadad, el dios de la tempestad y cuyos símbolos eran el rayo en zigzag y el toro empieza a introducirse en el cúmulo de divinidades adoradas.

 

¿Tendencia al monoteísmo? O mejor, ¿henoteísmo?[6].


En esta etapa de la religión mesopotámica, la plegaria individual gana su lugar en la liturgia: ingresan al culto plegarias de acompañamiento, que refuerzan el sentido de los mitos; las plegarias conjuratorias, pronunciadas en caso de calamidad o miedo de alguna desgracia y asociadas de alguna manera como punto intermedio entre la magia y la religión; los salmos penitenciales para calmar la ira divina, confesando la responsabilidad del fiel; y en general las oraciones literarias que amalgaman géneros creando mutantes o híbridos literarios.

A diferencia de sus ascendentes espirituales (los súmenos), los babilonios viven su relación con los dioses más agitadamente, experimentando sentimientos de culpa, ansia y terror ante las potencias sobrenaturales. Al volverse más exigente sus práctica religiosa, la maraña de prohibiciones proliferan y los demonios (surgidos de los temores hijos de la noche, de las alucinaciones del desierto o de estados febriles,) asustan a los feligreses. 
 
Estas figuras demoníacas se distinguen de los dioses (antropomorfos) por sus formas animales compuestas y gesticulantes, se les designa por nombres genéricos ya que generalmente actúan en legión (siete veces siete); de origen celeste se considera que han sido rebeldes o despreciados. Provocan enfermedades, confusiones y desgracias de todo tipo. Su misión es castigar a los hombres por sus transgresiones. La vida consistía en eludir o librarse de su nefasta compañía; los demonios siempre estaban ahí expectantes a hacer tropezar al fiel
 
Ganada su reputación como pivote de encuentro entre dioses y humanos, la adivinación[7] tiene amplia aceptación para los babilonios generalizando nosotros, que casi todos sus presagios eran condicionales y los demás se podían contrarrestar con el ritual apropiado. Los principales métodos usados eran la extispiscina (examinando las entrañas de las víctimas)[8], la oniromancia (interpretación de sueños), la fisionogmonía (rastros del rostro y particularidades corporales), la lecanomancia (consulta por el aceite), y, presagios obtenidos de a cotidianidad. 
 
Con esta civilización heredamos los occidentales el gusto por los amuletos para prevenir los males. Además, la astrología empezó a descollar, recibiendo nosotros los signos zodiacales que ellos inventaron; de acuerdo con los días y los meses sus almanaques aconsejaban pautas de comportamiento o hechos a realizar, son las llamadas hemerologías. Algunas veces las prohibiciones son sustituidas por un consejo positivo, en otras se recalcan las consecuencias de infringir las reglas. Eran tantas y tan numerosas que los fieles (infelices o enfermos) casi nunca podían determinar con certeza qué norma habían infringido, a qué dios o demonio habían ofendido y pedía perdón por cualquier cantidad de posibles pecados cometidos.
 
Con todas esas herramientas y más, para dilucidar el futuro y prever consecuencias desfavorables, el babilonio consideraba que debía tomar cartas en el asunto para enderezar lo que parecía torcido, recurriendo entonces a los conjuros de defensa y sustitución. La magia[9] adquiere aquí un significado exploratorio de las fuerzas del mal a combatir[10] y casi todas sus prescripciones involucran a una divinidad.

El panteón babilónico llegaba fácilmente a 3.000 nombres, haciendo eco de un inmovilismo religioso pasmoso. ¿Impaciencia por el politeísmo? ¿Henoteísmo sentimental? El monoteísmo funde pero también excluye, aquí parece no ser el caso. Conservando la doctrina del arquetipo celestial el rey era el representante de los dioses, pero también ante las divinidades encarnaba a los hombres (se le exigía un código de conducta elevado).

Celebraban el año nuevo durante los primeros once días del mes de Nisan (correspondiente a mediados de marzo y mediados de abril), el mes en que caía el equinoccio de primavera. Se llamaba zagmuk en lengua sumeria y akitu en acadio. 
 
Cuando se festejaba esta celebración, durante los primeros tres días se hacían abluciones y plegarias ceremoniales; el dios Marduk ha desparecido y nadie sabe dónde se halla, llevándose con él el sol y la luz. Al caer la tarde del cuarto día se hacían sacrificios ante Marduk y su esposa Sparnitum, el sacerdote supremo ubica exactamente los astros y recita plegarias de desconjuro, luego, en presencia de la estatua de Marduk se recitaba el poema de la creación (“montándola” como una obra de teatro). 
 
El quinto día se hacían más purificaciones rituales y se degolla un carnero[11]: cortándosele la cabeza, con su cuerpo sangrante se untan las paredes de sangre. El cadáver lleva consigo todo lo maligno que pueda poner en peligro el Estado, por tanto se arroja al Eufrates mientras llega el dios Nabu (hijo de Marduk) de Borsippa, para hacer parte del ceremonial. Ese mismo día aparecía el rey en la festividad. El sumo sacerdote le quitaba al monarca todas sus insignias(cetro, anillo y diadema) dejándolo entrar al sancta santórum; se le humillaba y abofeteaba y tironeaba literalmente de las orejas, se le hacía arrodillar ante Marduk[12] y asegurarle al dios que en todo el transcurso del año no había cometido faltas o pecados ni descuidado su templo ni a su ciudad[13]; después el sacerdote hacía una interpelación y devolvía las insignias al rey, siendo abofeteado este de nuevo[14]; en la noche se sacrificaba un toro blanco. 
 
El sexto día llegan al templo de Marduk las imágenes divinas en solemne y lujosa procesión. Al tiempo se celebraba también la llamada fiesta de las suertes, donde se fijaba el porvenir de los meses; luego se desarrollaban unos rituales que en conjunto revalidaban y recordaban el proceso de la creación. Al término de las profecías el rey toma de la mano a Marduk (confirmando su cargo para el año siguiente). Posteriormente la estatua de Marduk junto al rey, remontaban el Eufrates buscando el templo de la fiesta de Fin de año. Al onceavo día volvía a la ciudad por el mismo recorrido al son de cánticos sagrados y la procesión de los dioses visitantes e ingresando a la ciudad por la puerta de Ishtar. Por último se celebraba el matrimonio entre Marduk y su consorte Sarpatinum (el rey con una sacerdotisa o esclava del templo), para garantizar la fertilidad y abundancia en la tierra en el año iniciante.

En la parte cultual existía el sacerdote principal o Sanga, reuniendo cualidades religiosas con administrativas; los exorcistas de rigor, los cantores o naru, escribas y supervisores.
La llamada prostitución sagrada consolidó su reputación sobre un relato de Herodoto que habla que cada virgen, antes de contraer matrimonio, tenía que entregarse por dinero al primer desconocido en el santuario de Ishtar, por una suma que luego entraría a las arcas del templo. Este culto a la fertilidad también lo practicarán los cananeos y otros pueblos de oriente.
 
El más allá, era tenebroso para los babilonios; de ahí que se pretendiera vivir a tope la existencia terrena y por medio de sus actividades piadosas prolongar ese inevitable encuentro con la muerte. La única luz para esta gris existencia de inframundo eran los sacrificios para los muertos, sobre todo las ofrendas para los dioses del agua (hechos por los herederos).

Origen del mundo

Veamos ahora entonces su explicación de los orígenes del mundo. Según el Enuma Elish:
Cuando arriba los cielos no habían sido nombrados/(y) la tierra firme abajo no había sido llamada con nombre;/(y) nada sino el Apsu primordial, su progenitor,/(y) Mummu-tiamat, la que los dio a luz a todos,/Sus aguas, como un solo cuerpo, confundían;/(y) los desechos del junco no se habían hacinado,/El carrizal no había aparecido;/Cuando cualquiera de los dioses no habían sido traídos al ser/Ni llamados con nombre, no destinados sus destinos[15]/Entonces sucedió que los dioses/Fueron formados en el seno de ellas.
 
De un mar sin forma[30](Tiamat, representado como un dragón y cuya muerte era requisito previo para crear un universo ordenado ya que lidera las hordas del caos), a semejanza de un gran útero, nacen Lakhmu y Lakhamu (O Lahmu y Lahamu: concebidos como demonios o serpientes acuáticas servidoras de Enki), quienes, a su vez, dieron vida a Anshar ("totalidad de los elementos superiores") y Kishar ("totalidad de los elementos inferiores"). De la unión de los dos complementarios nació Anu (el dios del cielo).
 
Apsu y Tiamat[16] añoraban el silencio y la paz de sus inicios y les empezó a disgustar el bullicio de las deidades jóvenes y decidieron arrasar con ellos. Estos al darse cuenta de las intenciones de sus antepasados, tomaron medidas: Anu hizo surgir los cuatro vientos y las olas para perturbar las aguas mientras Enki, encadenó y asesinó a Apsu. Tiamat repostó enviando un regimiento de criaturas demoníacas contra los dioses y los retó a luchar contra el poseedor de las tablillas del destino (Kingu o Quingu); solo Marduk se atrevió a pelear contra él, estableciendo como requisito previo entre sus semejantes que le reconocieran la supremacía. Al vencer Marduk[17], pone orden al universo, es decir, lo crea, dividiendo el cuerpo de su víctima en dos partes (o sea que sacrifica al monstruo primordial), con la una construyó el cielo y con la otra la tierra [18]; con los órganos de su adversario derrotado hizo los elementos terrestres y con la sangre de Kingu (ayudado por Enki-Ea), crea al hombre, para servir a los dioses. Tanto el hombre como el mundo participan entonces de esta doble condición demoníaco-divina.[19]
 
(*) Amurrum , en Acadio. Proviene del término sumerio martu , «el oeste». Cananeos orientales o semitas occidentales. De ellos se decía que son «un pueblo destructor, con los instintos de una bestia..., un pueblo que no conoce el grano», «comen carne cruda, no tienen casa y ni siquiera se preocupan de enterrar a sus muertos».
 
Tienen en común con los otros pueblos semíticos, la veneración positiva o negativa de la serpiente y el carácter sacral de las montañas; en el plano de las prácticas rituales, el sacrificio, la adivinación y la ornamentación ritual. Sus creencias se acercaban más a los palestinos que a los pueblos de Mesopotamia. Atribuían una importancia relevante a las revelaciones proféticas (adquiridas en pleno éxtasis) y que el rey tenía en cuenta a la hora de sus decisiones de Estado. ¿Época del Abraham bíblico quizás?
Así mismo, en casi todos estos pueblos, se designa a la divinidad usando un término derivado de la raíz «el» o «il».
(**) Hamorabis, Hammurapi, Hamurapis, Hamurabi. 
(+) Las puertas solucionan el inconveniente de la continuidad espacial; se levantan como símbolos y como medio de transporte. (++) Estado de unos 500 Km., desde la frontera de Babilonia hasta el límite de Siria.
(º) Hijos de la mano derecha. (es decir, del sur) 
[1] O Iskur. 
[2] KRAMER, Samuel Noah, La cuna de la civilización, Time -life books B. V. Ámsterdam, 1981, páginas 160 y 161. 
[3] NOUGAYROL Jean, La religión Babilónica, en Historia de las religiones, Siglo XXI editores, México 1977, páginas 268-272. 
[4] Aún en el plano económico, sabida su pobreza en materias primas, impulsó el comercio como pauta de supervivencia. 
[5] Era el dios de Sem (Etana). 
[6] Una divinidad superior y otras supeditadas a ella. 
[7] Siendo objeto de las preguntas decisorias de las existencia cotidiana, el dios sol (en tanto que juez y no legislador), el dios del tiempo y la noche y ocasionalmente los astros. Los babilonios comprenden que los dioses no mienten, quizás callen o de pronto sus respuestas sean ambiguas 
[8] Se trata de establecer presencia o ausencia, color y tamaño, estado y disposición de las mismas; del hígado (víscera de los presagios por excelencia; asociada a los estados emocionales de los dioses) se pasa al pulmón, etc. 
[9] Pudiera sonar a manido pero la magia más importante para ellos era la magia del amor, donde la sexualidad tenía una importancia cumbre; la abstinencia sexual traía infelicidad y quien se privara de sus privilegios estaba poseso de algún demonio. 
[10] Dentro de las que caben, en su orden: demonios y hechiceros. 
[11] Este rito recuerda el sacrificio expiatorio judío (Kippur); en acadio a este paso se llamaba kapparu . 
[12] El dios que libera a los hombres de las enfermedades, de los sufrimientos y de las deudas. Traicionado, prisionero «en la montaña»(reino de los muertos), muerto, «herido, golpeado por la lanza, apaleado, matado, desaparecido» dicen los textos, él se vuelve a levantar, para volver a reinar con nuevo esplendor y nueva gloria sobre la tierra y sobre el pueblo. Parece evidente la analogía con el sufrimiento del Mesías, que de muerto ha bajado al mundo inferior y ha resucitado en el reino de los muertos. Las figuras se parecen hasta en los epítetos-incluso Marduk es llamado «Señor de los señores»-.Y como en el calendario litúrgico cristiano, la Resurrección (Semana Santa) es precedida por la Pasión, y así también el Año Nuevo, que es una fiesta de alegría, empieza con estrépito y miedo. (EISELE Petra, Babilonia, historia de una mítica ciudad, Editorial Edaf, Madrid 1989, página 40). 
[13] Así como relacionar sus hazañas del año pasado. Como representante del pueblo asimila en él todo sus pecados. 
[14] Cuanto más doloroso era el trato, mejor, toda vez que las lágrimas en los ojos del rey se interpretaba como señal de que Marduk se sentía complacido. (OATES Joan, Babilonia Ediciones Martínez Roca S.A., Barcelona 1989, página 241) 
[15] “Nombrar” o “llamar con nombre” equivalen a traer al ser. Indican por tanto, una operación que es siempre anterior al momento a partir del cual existe ya el ser a que ser refieren. “Dar los destinos” es dar a la existencia de un ser un propósito o una modalidad determinada e implica un acontecimiento que puede, en consecuencia, no coincidir con el momento en que se inicia la existencia de ese ser. 
[16] Absu (principio masculino) y Tiamat (principio femenino). 
[17] Tiamat, al escucharlo, enojada, grita a su esposo, y, encolerizada, protesta amargamente contra Apsu, porque este había insinuado en su mente un mal: ¿Por qué nosotros mismos vamos a destruir lo que hemos creado? 
[18] Según otra versión, es éste dios, suplantando a la triada sumerio-acadia primigenia quien procede a crear a los dioses y el universo organizado. La tierra según esto, era una gran isla rodeada por todas partes por las aguas del mar (que a su vez era una gran zanja o excavación). Al ser creada vacía, para beneficio también de los dioses, es poblada de animales y de agua, así como de los hombres (dejando de paso a los dioses ociosos y disfrutando su paraíso) para cubrir el vacío cultual que los dioses requerían. 
[19] Para impedir que las aguas de arriba inundaran la tierra. Tomado de Ortiz H. Angel E. Fundamentos Culturales del Judaísmo I, páginas 93-101

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