Isabel I de Castilla, la católica, biografia, historia, vida, quien fue, que hizo, a que dinastía pertenece

Isabel I de Castilla, la católica, biografía, historia, vida, quien fue, que hizo, a que dinastía pertenece; obras, con quien estaba casada, a que edad murió, cuales fueron sus hijos, de qué murió, cómo; dónde falleció, está enterrada, en qué época vivió.
Isabel I la católica fue una mujer proverbial y admirable; no podía quedarme atrás y no intentar hacer una biografía de su majestad. Isabel de Trastámara, Isabel I de Castilla, Isabel I de Castella, Isabelle Ire de Castille, Isabella di Castiglia, Isabel I de Castela.
(Madrigal de las Altas Torres[1], España, 1451-Medina del Campo, id., 1504) 
Reina de Castilla y León (1474-1504) y de la Corona de Aragón (1479-1504). Hija de Juan II de Castilla[2] y de Isabel de Portugal[3], tenía sólo tres años cuando su hermano Enrique IV ciñó la corona castellana (1454).

En 1468, el monarca, hombre de carácter débil e indeciso, reconoció a la princesa Isabel como heredera al trono en el pacto de los Toros de Guisando, con lo cual privó de sus derechos sucesorios a su propia hija, la princesa Juana, llamada la Beltraneja[4], a quien la maledicencia suponía hija de Enrique Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque. Juana de Portugal vivía apartada del bullicio en Arana y a la Villa fueron conducidos Isabel y Alfonso[5] (hermanos entre sí y medio-hermanos del rey) por Orden de Enrique IV. Un sector de la nobleza[6] se sintió afrentada, por considerar que no era correcto que una reina adúltera compartiera techo y mantel con el genuino heredero a la corona Alfonso XII. Logran la liberación de los infantes y que Alfonso XII fuera proclamado como heredero legal, con la salvedad que éste y Juana la Beltraneja, contrajesen matrimonio en un momento dado[7].

En 1465 esta misma nobleza inconforme proclamó como rey a Alfonso, un menor de edad, doce años. Entonces Enrique IV trasladó a toda su familia (incluyendo a Isabel) al alcázar de Segovia. En 1466 negocia el matrimonio de la Infanta Isabel[8] con una poderosa familia nobiliaria (de las que le habían declarado la guerra), exactamente la del Marqués de Villena. El elegido era Pedro Girón[9], hermano del Marqués quien falleció repentinamente.
La coalición nobiliaria toma Segovia en 1467, mas no logran hacer lo mismo con la fortaleza del Alcázar. Isabel logra escapar, hacia Arévalo donde su madre, acompañada de unos pocos fieles. Allí pernoctaba también su hermano Alfonso, dos años menor que ella. Pero Isabel de Braganza, su madre, andaba trastornada mental y espiritualmente desde la sentida pérdida de don Álvaro. Despuntando 1468 había pues en Castilla dos reyes: Enrique IV y Alfonso XII. Isabel tomó partido inmediato por su hermano Alfonso[10]. No obstante la coalición nobiliaria empezó a perder posiciones y Alfonso, junto a su madre y su hermana. De camino el infante-rey enfermó de gravedad quien falleció lastimosamente. Enrique IV invitó a su hermana a la reconciliación (De todas formas Isabel no tenía muchas alternativas, o la entrega y la negociación o el cautiverio y tal vez hasta la muerte).
Se reúnen en Guisando, donde silenciosos les observan las estatuas de granito de origen celtíbero, los llamados toros de Guisando, el 17 de agosto de 1468. El monarca llegaba a negociar con un bajonazo emocional dada la infidelidad de su esposa, quien embarazada de nuevo huye con su amante Pedro de Castilla, abandonando a la infanta Juana en Buitrago. En todo caso Enrique reconoció allí a su hermana Isabel como “princesa primera legítima heredera del dicho Rey e de los dichos regnos e señoríos después de la vida de dicho serenísimo Rey, ser reyna e señora de los dichos reynos e señoríos”. Con tal nombramiento recibe nuevos ingresos. Le son dadas las ciudades de Ávila, Huete, Alcararaz y Úbeda, y las Villas de Molina y Escalona. Así mismo la jurisdicción de Medina del Campo, concedida por su hermano Alfonso un año antes se confirmó como villa isabelina.
Pero este acuerdo llevaba implícito el matrimonio de Isabel- flamante princesa de Asturias- con Alfonso V de Portugal pasando a ser reina de dicho país; Juana la Beltraneja se casaría con el hijo de Alfonso, convirtiéndose en rey de Castilla. Los hijos de esta última alianza serían reyes legítimos de Castilla y Portugal. ¡La pobre Isabel debiéndose resignar a un papel de segundo orden como reina consorte! Enrique IV decide llevar a la princesa heredera entonces a Ocaña, territorio fiel al rey (exactamente del Marqués de Villena, ahora del partido del rey) donde prácticamente era una prisionera. Cumpliéndose el año del fallecimiento de su hermano Alfonso, Isabel se idea la forma de escabullirse del férreo control de su hermano: pide permiso para ir a celebrar una misa en recuerdo de su hermano, en Ávila (una de sus ciudades leales).[11]

Con el objetivo de consolidar su posición política, los consejeros de Isabel[12] acordaron su boda con el príncipe Fernando, primogénito de Juan II de Aragón[13], enlace que se celebró en secreto, en Valladolid, el 18 de octubre de 1469[14], previa firma de las capitulaciones prematrimoniales[15]. Ahora, existía un inconveniente espiritual, si se desea llamar de esa forma: los contrayentes eran primos y la iglesia católica prohibía tales lazos salvo dispensa papal; como Paulo II, el papa, no congeniaba con la casa de Aragón, entonces el arzobispo Carrillo y el nuncio papal falsificaron el documento requerido (haciendo nulo, legalmente su unión, de momento) hasta tanto obtuvieran una Bula en propiedad.[16] Pocas ciudades prestaban su respaldo a la joven pareja. Enrique IV estaba ofuscadísimo y expulsó a los reyes de Sicilia de Valladolid. La perseguida pareja real halló albergue en Dueñas, donde el alcaide era Pedro de Acuña, hermano de Carrillo; allí aguardaban el alumbramiento del primer crío de Isabel, que resultó ser una niña (nacida el 2 de octubre) Molesto por el citado matrimonio, Enrique IV[17] decidió desheredar a Isabel y rehabilitar en su condición de heredera a Juana, que fue desposada con Alfonso V de Portugal.
La consecuencia fue que, a la muerte del rey, en 1474[18], un sector de la nobleza[19] proclamó a Isabel soberana de Castilla[20], mientras que otra facción nobiliaria reconocía a Juana[21] (1475), lo cual significó el inicio de una sangrienta guerra civil. A pesar de la ayuda del monarca portugués[22] a la Beltraneja, el conflicto sucesorio se decantó a favor de Isabel en 1476, a raíz de la grave derrota infligida a los partidarios de aquélla por el príncipe Fernando de Aragón en la batalla de Toro[23]. Los combates, sin embargo, se sucedieron en la frontera castellano-portuguesa hasta septiembre de 1479, en que el tratado de Alcaçobas (o Alcaçovas), supuso el definitivo reconocimiento de Isabel[24] como reina de Castilla por parte de Portugal, además de delimitar el área de expansión castellana en la costa atlántica de África[25]. Aquel mismo año, por otra parte, el óbito de Juan II posibilitó el acceso de Fernando II al trono de la Confederación catalano-aragonesa, y la consiguiente unión dinástica de Castilla y la Corona de Aragón.

Las líneas maestras de la política conjunta que desarrollaron Isabel I y Fernando II fueron el afianzamiento y la expansión del poder real, el estímulo de la economía, la conclusión de la reconquista total a los musulmanes del territorio peninsular y el fortalecimiento de la fe católica. Para consolidar y prestigiar la monarquía, la reina implantó la Santa Hermandad, institución encargada de garantizar la estabilidad del orden público y la administración de justicia (1476), abolió las prerrogativas otorgadas a la nobleza por Enrique IV (1480) y convirtió el Consejo Real[26] en el principal órgano de gobierno del reino, en detrimento de las Cortes[27]. En el aspecto económico, saneó la hacienda pública merced a un estricto sistema fiscal e incentivó el desarrollo de la ganadería ovina y del comercio lanero[28]. Se encargó además a un experto jurista, Alfonso Díaz de Montalvo hacer una nueva recopilación de Ordenanzas, para sustituir las antiguas Partidas promulgadas por Alfonso X.Además, supo canalizar la tradición militar y expansiva de Castilla hacia la conquista del reino nazarí de Granada, último bastión islámico en la Península (1492), y la guerra contra los musulmanes norteafricanos, a los que arrebató Melilla (1497). Con todo, el mayor logro de la política exterior isabelina fue, sin duda, la financiación de la expedición que culminaría con el descubrimiento de América por Cristóbal Colón (1492).

En materia religiosa, por último, la soberana llevó a cabo una profunda reforma eclesiástica con la ayuda del cardenal Cisneros, creó el tribunal de la Inquisición para velar por la ortodoxia católica (1478) y culminó el proceso de unificación religiosa con la expulsión de los judíos (1492) y los mudéjares (1502). Su muerte, acaeció el 26 de noviembre de 1504[29] 

Fuentes:Diccionario Interactivo de Biografías Océano. 2004 Díaz Villanueva Fernando. Isabel la Católica. EDIMAT Libros S.A.,Madrid España 2005.
[1] Era una tranquila localidad en medio de la llanada abulense. Alejada de todo pero a la vez lo suficientemente cerca de los principales centros de decisión del reino como para que los monarcas nos se sintiesen al margen del mundo. 
[2] Perteneciente a la dinastía Trastámara: al igual que Alfonso V el magnánimo, rey de Aragón y, de Juan II de Navarra, rey consorte. Tres de los cinco reinos soberanos de la Hispania romana de la época en manos de los Trastámara. 
[3] Recibió en herencia de su difunto esposo la ciudad de Soria y las villas de Arévalo y Madrigal. 
[4] De la cual Isabel fue su madrina de bautizo. [5] Quienes habían heredado la villa de Cuellar con todas sus rentas y jurisdicción y una dote en metálico (joyas), en el caso de Isabel y, la administración de por vida de la Orden de Santiago, en el caso de Alfonso. 
[6] Liderada por Estúñiga y el Marqués de Villena. 
[7] Año de 1464. Estaban concertando un matrimonio entre una niña de dos años y un niño de once, tía y sobrino carnal entre sí. 
[8] Con quince años. 
[9] La idea era restarle fuerza al movimiento opositor, jalonado a uno de sus líderes hacia el bando realista. 
[10] Con muy buen tino político por parte de Isabel, puesto que hasta que Alfonso tuviese descendencia, ella tendría una posición preferente en el ascenso al trono. 
[11] Debía además independizarse matrimonialmente de la hipoteca portuguesa diseñada por Enrique. 
[12] Que era a la sazón una sabrosa manzana en el mercado europeo de las princesas casaderas. Tenía 18 años, una educación exquisita, pero ante todo, era la heredera de Castilla. Reinos vecinos como Francia, Portugal y Aragón hicieron propuesta. Si bien es cierto Francia era un aliado natural, habría sido apuñalar los intereses de Aragón, que luchaba denodadamente contra los franceses desde el inicio de la guerra civil en Cataluña, además que implicaría alejarse Isabel de su tierra y sus costumbres. Portugal era descartable sobre todo por la reciente intención de las alianzas que incluían a la Beltraneja. No así Aragón, donde Fernando tenía casi la misma edad que Isabel, con fama ganada en la guerra y astucia semejante a la de su padre (además de ser un experto en las lides del amor. Solo tenía 17 años y ya poseía dos hijos con sendas damas y una fama de conquistador bastante florida. Esto sería problema si no hubiera en la familia Trastámara problemas con los herederos varones). Y era soltero. Su padre, Juan II lo había dotado del reino de Sicilia (de poca monta y lejano pero reino al fin y al cabo) 
[13] Fue quien dio inicio a la negociación para que su hijo contrajese nupcias con Isabel. En 1462 la generalidad catalana se alzó contra el rey Juan; Luis XI ansiaba hacerse con los condados del Rosellón y la Cerdaña; Navarra se debatía en la pugna entre beamonteses y agramonteses. La corona de Aragón requería urgentemente de un fuerte aliado como la corte castellana para asegurar la victoria en todos los frentes. 
[14] En la casa de Juan Vivero: allí se leyeron las capitulaciones y la falsa bula. Al día siguiente se celebró la misa y esa misma noche se consumó el matrimonio. 
[15] El documento contemplaba las concesiones y aportes que Fernando habría de hacer a Castilla y a su futura esposa una vez consumado el matrimonio. Esto se hacía por el temor a que Fernando intentase acaparar más poder en Castilla del que le cabría como rey consorte. Pero aun así los castellanos veían en Fernando, al adalid guerrero que prestaría su concurso llegado el caso en el orden interno. El príncipe entregaría a Isabel varias posesiones como Elche y Crevillente en el reino de Valencia, Sbadell y Tarrasa en Cataluña, las merindades de Borja y Magallón en Aragón, y la Cámara de la reina de Sicilia. Fuera de eso los aragoneses entregarían 20.000 florines de oro inmediatamente y otros 100.000 cuatro meses después de consumado el matrimonio. Una cláusula exigía a Fernando respetar los fueros y usos de Castilla y residir en ella. Del mismo modo debía aportar 4.000 lanzas al servicio de Castilla y no podía nombrar a ningún Aragonés para Cargos Públicos. 
[16] Solo hasta Sixto VI fue concedida en 1471. 
[17] Quien había hecho todo lo necesario para desposar a su hermana con Alfonso V 
[18] Lapso durante el cual el rey cometió varios errores, ganándose la animadversión de varias familias y ciudades importantes en la península, como por ejemplo Sepúlveda y Vascongadas que se pasaron al bando de la pareja de recién casados. En tanto fallecía Pablo II y ascendía al solio pontificio Francesco Della Rovere, franciscano de clara orientación aragonesa (influido notablemente por el cardenal valenciano Rodrigo Borja). Era claro dada las circunstancias que los Turcos eran muy fuertes en el mediterráneo, la flota aragonesa serviría de maravilla a los intereses del Papa; pero había de haber una monarquía amiga en los reinos peninsulares. Empezaron los acercamientos y algunas ciudades como Segovia se pasaban al bando isabelino; allí fue donde Isabel se enteró de la muerte de su hermano, el rey. 
[19] Si esta triunfaba, ganaban no solo Castilla sino también Aragón, que muy seguramente caería a la encerrona que podrían hacerle Castilla y Francia respectivamente. Esta facción era comandada, por decirlo así, por el cardenal Mendoza. Isabel recibió la adhesión del duque de Alba y el conde Benavente por ejemplo; los señores del País Vasco también le dieron su espaldarazo. 
[20] Era Isabel la reina y señora natural del reino en tanto Fernando, era tan solo su legítimo esposo. Pero hubo que revisar las capitulaciones para evitar enfrentamientos internos entre isabelinos y fernandinos. Dicha gestión quedó consignada en la llamada concordia de Segovia: allí se acuerda que el nombre de Fernando preceda al de Isabel, que las patentes, monedas, proclamaciones y títulos llevasen la firma de ambos monarcas, siendo respectivamente, rey y reina de Castilla. En asuntos contables y en el otorgamiento de dignidades eclesiásticas la reina seguía siendo autónoma (el gobierno real), en tanto Fernando era el auxiliar o el rey consorte que figuraba en loas manifestaciones públicas y externas de poder. 
[21] Facción comandada por el marqués de Villena, quien supo ganarse para su bando a altos dignatarios como Rodrigo Ponce de León y el Duque de Zúñiga. 
[22] Quien osadamente invadió territorio castellano por la actual región de Extremadura, aunque pronto se regresó. Era tan aparentemente frágil la situación de Isabel y Fernando, que Luis XI, rey de Francia, propuso a Alfonso V de Portugal repartirse la corona de Aragón: él se quedaría con el principado de Cataluña, mientras Alfonso ocuparía los reinos de Aragón y de Valencia. Isabel trató de transigir con el monarca portugués pero este, envalentonado por el buen momento financiero que atravesaba su país, por las continuas exploraciones africanas, subestimó cualquier ofrecimiento. Ante esta amenaza, Isabel canceló la Concordia de Sevilla y Fernando (con 23 años tan solo) recibió autoridad y autonomía para proceder con o sin el beneplácito de la reina, con tal de lograr superar la crisis de seguridad. La cosa se complicaba, porque ahora sí regresó el rey portugués a territorio castellano con unos 15.000 soldados y el apoyo irrestricto de una facción de la nobleza que aspiraba recuperar prebendas perdidas. La presión del momento hizo que Fernando hiciese Testamento donde dejaba como heredera de Aragón a Isabel y como futura reina de este territorio a su hija María, algo revolucionario en su tiempo y en su terruño. Luego de fracasos iniciales, era claro que la situación financiera estaba colapsada. Solicitan entonces a los representantes de la iglesia, excluyendo a Carrillo (que había cambiado de bando), un préstamo que les es concedido. 
[23] En marzo de 1476 se enfrentaron a campo abierto los dos ejércitos en pugna, en el sitio Peleagonzalo. Esta victoria sirvió de disculpa para edificar la iglesia de san Juan de los reyes en Toledo. 
[24] Quien se dio una gran dosis de popularidad mostrándose al pueblo en varias latitudes, ayudando en la creación de identidad entre gobernantes y gobernados, ejerciendo además unas dotes de mando y valentía que aumentaban su carisma ante las multitudes. De paso, en junio de 478, Isabel tuvo un niño, Juan, en quien se depositaron grandes expectativas monárquicas a futuro. 
[25] Además se repartían las pocas extensiones de ultramar: los castellanos no explorarían las costas africanas, en tanto los portugueses no intervendrían en el archipiélago canario [26] Órgano informal compuesto de juristas, a donde a partir de ahora la nobleza y la curia podían asistir sin voz ni voto. 
[27] Las cortes generales del reino. Era el órgano supremo de gobierno, que de alguna forma limitaba el poder del rey, fijaba las leyes a refrendar por el monarca. Estaba compuesta por tres estamentos: la nobleza, el clero y los ciudadanos de los municipios. Se convocaba a corte o curia plena, generalmente para imponer gravámenes, para orgullo del sitio que hubiera sido escogido para tales menesteres. Llegado Fernando de Cataluña fue necesario convocar a cortes. Hacía ya cuatro años que no se hacía y la última vez fue en plena guerra civil (en Madrigal) y tan solo se implantó una policía rural (lo trascendental es que ya allí Isabel dejó en claro que su autoridad descendía de Dios y no de la nobleza). Se hizo pues en Toledo, en 1480. Lo allí consignado ha de ser el soporte de los logros del reinado de Isabel.
[28] La chancillería o tribunal real fue fijado geográficamente en Valencia, desligando a sus magistrados del itinerante devenir de la corte por territorio español.
[29] Hacía ya 6 años que la reina soportaba una enfermedad difícil de tratar: la melancolía. Tal vez debido a la muerte de su hijo, el príncipe Juan; añadámosle la dispar unión matrimonial de su hija con la casa de Habsburgo, desde donde llegaban informes de la presunta locura de la archiduquesa Juana: A Fernando no le agradaba Felipe, un mujeriego empedernido con el que había emparentado cediendo a la conveniencia. Al fallecer el prometido de su hija Catalina, Arturo, príncipe de Gales, la salud de la reina empeoró. Se avecinaba el arribo de Felipe y Juana, desde Flandes para ser jurados por las Cortes del reino (convocados en Toledo) como herederos de la Corona. La princesa dio de nuevo a luz un varoncito a quien bautizaron Fernando. En, tanto Isabel, en Segovia, agravaba su estado de salud. Fernando combatía en Italia y en los Pirineos. Un reciente brote de locura de Juana había hecho que Isabel rompiera con ella. El 12 de octubre de 1504 la reina desfallecida por la enfermedad y desde el lecho dicta testamento al notario real Gaspar de Gricio, que habría de firmar como: “Yo, la Reina”. Hubo de ceder, dadas las circunstancias deja a Fernando el gobierno de los reinos en reemplazo de su enferma hija, hasta que su nieto Carlos tuviera edad y condiciones de gobernar.
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