Poemas a Cristóbal Colón, poesías, versos
Estos son un par de bellos poemas a Cristobal Colon que hallé en mis múltiples y particulares lecturas:
El primero de ellos se llama Cristobal Colón inventa el nuevo mundo y es del poeta Eliseo Diego. Post movido de mi blog original.
Toda la noche, toda,
Cristóbal Colón oye pasa los pájaros.
Viniendo del abismo, sin fin, a ráfagas,
Miles y miles de pájaros. Sobre los mástiles,
Atravesando, acribillando las tinieblas, allá,
El ruido de las alas de los pájaros.
Viniendo del vacío, de la abismo,
El ruido, el trueno de la vida siendo,
La orquesta entera de los pájaros.
Pálido como la llama del farol, inmóvil,
Cristóbal Colón oye tronar la vida,
Pasar los pájaros.
2
Cristóbal Colón ha visto una luz donde no hay nada.
(El Almirante, no el advenedizo de Triana.)
Esa luz arde en algún sitio seco.
Tan seco, sin duda, como el sitio en que se posó la paloma.
Es luz de algún fuego encendido por la mano de un hombre.
Porque el fuego que es sino la inteligencia del hombre.
Cristóbal Colón lo buscó toda su vida, esto es lo cierto.
Toda su vida de pobreza, toda su vida.
Fuego de cocinar pescado, puede que fuego de abrigo.
Fuego para la más modesta de las ceremonias.
De tan pequeño que es, no puede ser otra cosa, cómo
Va a serlo.
Porque Cristóbal Colón lo buscó toda su vida, toda.
Por eso ahora solloza solo en la cubierta
Mientras el último de los pájaros
-uno con la primera luz del alba.
3
Cristóbal Colón abre su grueso diario.
Toma su pluma de ganso y la sopesa entre los dedos:
Sangre, vida de bestia hecha cosa para el servicio del hombre.
Moja la punta en el tintero de cuerno, el Almirante, y mira
La blancura terrible de la página. Sabe
Que está esperándolo desde el principio de todo. Virgen,
Está esperándolo desde que se asentaron las rocas y se fijó un
Límite al capricho de las olas.
Cristóbal Colón siente el vértigo con lo que llama el abismo de la
Página,
Pero, prudente, se resiste y sólo con la punta de los dedos toca el
Blanco mágico.
Escribir la primera palabra será como empezar a no ser, como
Engendrar o como morir, los dos extremos
Que son una y la misma embriaguez, pavorosos principios,
Triunfos, catástrofes, glorias.
Toda la inacabable riqueza de la urdimbre – oro de Aldebarán, plata de Géminis, arquetipos del ciervo y el león,
Del ébano y el ónix,
Toda la inagotable riqueza está urgiéndole, soplándole. Cimbrando
Como una caña,
Vibrante de terror y de júbilo, por fin Cristóbal Colón hunde su
Pluma en la página.
Comienza entonces la invención de América.
Poema de Jaroslaw Marek Rymkievicz. Versión de Pedro de Oraá[1].
¿Con quién cuenta el Virrey? ¿Qué sabe el joven Vasco?/ ¿Qué canta en insaciable viento sobre los médanos?/ ¿Con quién sueña Isabel?/Colón en la terraza mastica cacahuetes y remeda a la Reina./ Su testamento escribe; lloriquea y despacha un telegrama al Papa.
Sangre y tabaco escupe, /afila cuchillos, cuenta el % en dólares. / En el diario de a bordo habla el pájaro Gamma/ anota el colibrí y al delfín de sus sueños/ y al sueño del almirante. Acaricia al perro, traga/ Miltown y se dirige hacia la Guanahaní./A la mañana, húmedo, vuelve por la corona.
Ha dicho: probaré que Séneca ha mentido. / Ha dicho: los relojes cuenten el ido tiempo. / Ha dicho: sabéis que hace años ya he muerto. / Ha dicho: probaré que la es esfera es el cono.
No lo cree nadie y caros son los ultramarinos. / Aún su piel esté roja y cante el Gula-Stream. / Pasa bajo la luna nublada el esqueleto/ del pájaro y después/ del día de la muerte el de tu nacimiento.
Ver también: Descubrimiento de América
[1] SUAREZ Recio Marieta, Edición. Poesía Polaca. Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1984.
Ediciones 2012-14-17
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