Juan Escoto Erígena, biografía, historia, pensamiento, filosofía, teología

Juan Escoto Erígena, biografía, historia, pensamiento, filosofía, teología; aportes, aportaciones; doctrina, pensamiento; vida, ideas principales.

La biografía de Juan Escoto Erígena;(John Scotus Eriugena; Johannes Scotus Erigena), enriquece la vida de aficionados a la historia, la filosofía y la religión; por eso decidimos abordarla.Fue un erudito, filósofo y teólogo irlandés, que se llamó a sí mismo «hijo del Eire»[1], Erígena, un pleonasmo de duplicación de origen.(ca. 810- ca. 877 muy probablemente en Francia o Inglaterra.)

«Scotus» significa en el siglo IX simplemente «irlandés», y solo más tarde (siglo XII) la inmigración irlandesa a la actual Escocia trasladará el nombre a estas tierras (escoceses), lo que vendría a asociar la palabra escoto con escocés.
Educado en un monasterio de Irlanda, entre 840 y 847 pasa a Francia, para dirigir la Escuela Palatina[2] en la corte de Carlos el Calvo (nieto de Carlomagno y rey de la parte occidental del imperio carolignio, ya definitivamente escindido)[3].
Al parecer, Juan Escoto formaba parte de la colonia irlandesa de Laón, la más importante del territorio franco. Y en ella se distinguía por tan gran sabiduría que el rey jamás le dejó de admirar y proteger. Escoto es el miembro de eximio de la tercera generación del mal llamado «renacimiento carolignio» [4]. Dicha generación contaba además con el humanista Servato Loup de Ferrières, el teólogo Ratradamo de Corbie, el inquieto godescalco de Orbais, el político y Jurista Hincmaro, arzobispo de Reims, el historiador Walafredo Estrabón y, el poeta Sedulio Escoto.

A sugerencia de los obispos de Reims y de Laon, interviene en la llamada «disputa carolingia de la predestinación», surgida entre Hincmaro de Reims [5] y Godescalco, o Gottschalk, el cual sostenía la doble predestinación, de los justos a la salvación y de los malos a la condenación. Su respuesta a la cuestión, el libro De praedestinatione (851), inspirada en Agustín de Hipona , no satisfizo a la ortodoxia de la Iglesia [6], que la condenó en dos concilios[7]. Allí ya muestra su debilidad hacia la erudición helénica y los padres de la Iglesia griegos.
Por encargo del emperador, tradujo las obras de Dionisio Areopagita, el Pseudo-Dionisio[8], obra sumamente leída durante la Edad Media. Añadió a ésta otras traducciones de obras de padres de la Iglesia griegos, de Máximo el Confesor[9] y de Gregorio de Nysa (o Nisa)[10], y por ellas conoció occidente buena parte del pensamiento teológico oriental y ellas fueron también el fundamento de su obra más notable y una de las más importantes de la Edad Media: De divisione Naturae [Sobre la división de la naturaleza] (entre 862 y 866), también llamado Periphyseon[11].
Mediante un diálogo[12] entre el maestro (Nutritor) y discípulo (Alumnus), expone de forma sistemática una articulación de la realidad (la naturaleza), según una vía ascendente y otra descendente, tal como sugería la dialéctica platónica. La totalidad, o el ser, se divide en cuatro dimensiones o clases:
1) la naturaleza que crea y no es creada; 2) la naturaleza creada y que crea; 3) la naturaleza creada y que no crea, y 4) la naturaleza no creada y que no crea.
La primera es Dios, principio sin principio; la segunda corresponde a las ideas «arquetípicas», creadas en la mente del Verbo (logos) y modelos de todas las cosas; la tercera son las cosas creadas según las ideas; y la cuarta, Dios de nuevo, fin (reditus) de todo, al que tiende la creación entera que le reconoce como creador. La naturaleza es así una teofanía y las cosas son de algún modo Dios. Aparece de esta manera el fundamento de la teología positiva y negativa: Dios «es y no es» cada una de las cosas que de él se afirman a partir de las categorías humanas.
Este sistema neoplatónico de toda la naturaleza, entendido de forma panteísta a comienzos del s. XIII, fue condenado por el concilio de París, de 1210. Honorio III ratificó la condena del libro (1225). Pese a ello, la obra tuvo una enorme difusión e influencia. Obras: Comentario sobre el Evangelio de san Juan (en realidad sobre el primer capítulo), y una homilía[13] sobre el prólogo del Evangelio de san Juan, que ofrece una reflexión sobre el logos. [1] Viene de la palabra celta eriu. [2] Aunque no esta claro que la haya dirigido; parece que tan solo influía en ella sin formar parte de su claustro. Era como un docente laico (jamás recibió orden eclesiástica alguna).
Pero Juan Escoto era un pensador teólogo, porque, para alumnos de la iglesia y para escuelas laicas destinadas a la formación de las élites civiles, la teología era el saber no sólo imprescindible y más elevado, sino realmente útil.  Aunque haciendo honor a la verdad, nada se sabe de la familia, de su concreto lugar de origen, de sus estudios, ni de la causa de su paso al continente: como el Melquisedec bíblico, Juan Escoto es «sine patre et sine matre».
[4] Le precedía una primera generación contemporánea del emperador Carlomagno, presidida por Alcuino e ilustrada por Pablo Diácono, Pedro de Pisa, Teódulfo de Orleans, Clemente Escoto y otros. La segunda generación es contemporánea del Luis el Piadoso, con la figura estelar de Rabano mauro y con Ilduino de Saint-Denis, Jonás de Orleans, Cándido de Fulda, etc.
[5] Además de Párdulo de Laón y Rabano Mauro. Este era el grupo defensor de tal idea. Párdulo de Laón es quien solicita «del célebre irlandés que reside en la corte» la comprometida mediación.
[6] Además que disgustó además a los contendientes.
[7] Lo cual quiere decir, que toda esa acusación de panteísmo y naturalismo correspondía tan solo a la oposición total entre el sistema de Escoto y la visión del mundo escolástico.
[8] Se trataba de una evidente falsificación debido a algún filósofo del siglo V, no poco influido por el neoplatónico pagano Proclo. Incluso es dudoso la confesión cristiana del autor. Pero la tradición formada en torno a sus escritos los presentaba como obra de aquel san Dionisio, oyente de Pablo de Tarso en el Areópago ateniense, y primer converso de la fe cristiana de la ciudad intelectual por antonomasia, de la que llegaría a ser el primer obispo.
[9] Abigua Sti, Gregorii Theologi y las Quaestiones a Talario. Hablamos del siglo VII.
[10] El Sermo de imagine. Pero también tradujo el Anacoratus de San Epifanio. Todo este bloque de traducciones le aseguraron una extraordinaria influencia indirecta en el pensamiento occidental posterior: con Dionisio, su comentarista Máximo, y los padres griegos Gregorio de Nisa y Epifanio, la cultura latina medieval recupera una dimensión del helenismo neoplatónico bastante más profunda y vigorosa que la transmitida por Agustín de Hipona, directamente o a través de sus apócrifos.
[11] Parece que quedó inédito en vida del autor.
[12] En cinco libros.
[13] Luego de esta obra, el Eriúgena desaparece. Simplemente, no poseemos dato alguno cierto. Y comienza la leyenda: el Juan Escoto fundador de la Universidad de París, el misionero mártir entre los esclavos, el viajero a Oriente. Y, especialmente, el Juan Escoto que, mal tolerado en el continente a causa de sus doctrinas, retorna a las Islas, a la corte del rey Alfredo el Grande.

Bibliografía consultada: JUAN ESCOTO ERIÚGENA. División de la naturaleza (Periphyseon), Ediciones folio, S. A., Barcelona 1999. Diccionario de filosofía en CD-ROM.  1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. . Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.
Ediciones 2011-13-14-17

Leer también: Guillermo de Ockham pensamiento ; Nicolás de Cusa, biografía

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