7.000-4.500 ac-mesopotamia-Egipto-Jarmo-Jerico-Oriente Proximo-Neolitico con ceramica
7.000-4.500 ac (antes de Cristo, de nuestra era), neolítico con cerámica; asistimos al origen de la civilización en Mesopotamia, Egipto,Jarmo, Jericó y Oriente Próximo en general.
Continuando con el perfeccionamiento de las instituciones, la reina ya no sacrificaba a su amante-rey cada año (al menos no físicamente, aunque continuaba haciéndolo de manera ritual) y empezó a delegarle también funciones religiosas y sagradas.
Geográficamente la civilización occidental tal cual la conocemos, nació en Oriente Próximo (Mesopotamia y Egipto); fue allí donde las primeras formas civilizadas de sociedad se dieron y las primeras manifestaciones de pensamiento filosófico, ético y cosmogónico emergen a la luz. Es la época de los monumentos megalíticos y de las reminiscencias de la época glaciar (paraíso de los cazadores, edad de oro). Se recurre con frecuencia al origen de las plantas como producto del sacrificio de una divinidad.
Del total de la población mundial estimada en 4 millones de habitantes, 500.000 vivían en Oriente próximo (25%). La mayor densidad poblacional que dejó la revolución neolítica favoreció mejores y más grandes desarrollos, porque había espacio para absorberla y porque los suministros no escasearon.
Si bien los humanos de este periodo desconocían el uso formal de los metales dominaban a la perfección la talla en piedra, mucho mejor que la primera Edad de piedra y en la época mesolítica. Estos mismos sujetos desarrollaron la alfarería, la doma y cría de animales y dominando la agricultura dispusieron de alimentos en forma segura. Antes de este bache, vivían de la caza y de la recolección de vegetales, debiendo recorrer grandes distancias para obtener alimentos suficientes; de ahí que la densidad poblacional fuera mínima. Una ganancia adicional de la agricultura entonces fue que al obligar a los individuos a permanecer en un lugar, afianzó en ellos el concepto de propiedad, de defender lo suyo.
Es de suponer que como avance trajo a su vez inconvenientes, porque si bien es cierto que con su uso se garantizaba el suministro de alimentos, la agricultura no tenía el atractivo ni la excitación que brindaba la caza, o la comodidad y relajación que otorgaba el pastoreo.
Recordando los labriegos las historias de cacería de sus antepasados y observando las prácticas de pastoreo y caza de algunos pueblos vecinos, asimilaban la agricultura de mala gana, como una esclavitud (trabajo tedioso y agotador), añorando entonces una suerte de edad de oro donde los hombres cazaban, recolectaba y vivían sin las presiones laborales propias de la civilización. El paraíso terrenal fue su respuesta.
Esta clase de fugas hacia el pasado se refleja en mitos como el de Caín y Abel por ejemplo. (Pero por más idílico que se viera el “cuento”, en la práctica la agricultura se impuso y la supervivencia de las masas se consideró lo más importante).
«Con labrantíos y rebaños que le proporcionaran sustento y vecinos con los que compartía el trabajo, el hombre pudo por primera vez gozar de tiempo libre para desarrollar rudimentarias artes, técnicas e ideas y crear otras nuevas; estos avances fueron los que civilizaron al hombre»
En Jarmo (ubicada en las laderas septentrionales de los montes Zagros, actual Irán), se descubre una antigua comunidad agrícola (cultivaban dos variedades de trigo, cebada y arvejas), que construyó viviendas rectangulares de adobe y fueron diestros artesanos de la piedra ; hicieron figuritas moldeadas, conocían las agujas hechas de hueso, cultivaban trigo y pastoreaban cabras, ovejas y cerdos. Debieron residir allí de cien a trescientas personas.
Al parecer, hasta el año 6.000 antes de nuestra era (fecha aproximada que las dataciones de carbono 14 dan a la domesticación de las vacas y los cerdos), las comunidades humanas eran pequeñas, se agrupaban en cavernas o mini-campamentos y fabricaban groseros instrumentos de madera o hueso. Nínive, Ur y Eridu existen como comunidades agrícolas.
Jericó fue abandonada intencionadamente durante cientos de años, quizás el monocultivo en terrenos sin abonar agotó el suelo y lo salinizó, obligando a sus pobladores a buscar otro sitio para establecerse.
Por el 5.800 aparece la cultura Hassuna, quienes eran unos semi-nómadas (la palabra nómada es derivada del término griego que significa pasto) recolectores de alimentos, que almacenaban su grano en burdas vasijas de barro y se refugiaban en albergues temporales. La alfarería emerge de la necesidad del hombre de movilizar cosas, que si bien se podía hacer con las manos y brazos, estos eran pequeños. En los cestos solo se podrían transportar elementos sólidos, secos y de cierto tamaño sus granos, mas no podían transportar allí harina ni agua. Masificándose la alfarería se podía cocinar carne en agua hirviendo, ensanchando los horizontes culinarios de la humanidad. Luego, generaciones ulteriores, decidieron vivir en viviendas rectangulares de adobe de hasta siete habitaciones , el grano lo alojaban en grandes cajas de barro sumido en el suelo y las casas más privilegiadas tenían horno para cocer pan. Son ellos quienes introducen el riego y la porcelana fina. Su inventiva no se restringió a la utilidad y al día a día, añadió a estos una ornamentación por medio de incisiones o pinturas; la asimetría y lo puramente abstracto se había ganado un sitial.
Entre el 5.000 y el 4.500, desaparecida la población de Hassuna brota la cultura halafi, al noroeste de Siria. Testimonian unas estrechas comuniones con la naturaleza, animales y vegetales (que dominaría el horizonte mesopotámico durante mil años). Aquí bullen las figuras moldeadas de mujeres, frecuentemente agachadas, como dando a luz ; su cuerpo maneja grandes masas y sus senos cuelgan; la cabeza es tan solo un esbozo y carecen de detalles. En opinión de los expertos, «Esta reserva es sintomática y denota temor. Se ha temido llegar hasta el fin en la representación de estas «diosas-madres», cuyo cuerpo, realzado con pinceladas, simbolizaba la fecundidad, pero que al quedar inacabadas, permanecerían impersonales.»
El tema del toro (máxima expresión de la fuerza genésica) y del doble hacha (que en manos de la divinidad hiende las nubes, desencadena los vientos que traerán la lluvia necesaria a los cultivos y pastos), asociados ambos a la fecundidad, son reiterativos en estos precoces albores culturales. Se cultivaron también una variedad más generosa de granos; en su vecindad se observaban ya hatos de ganado y cabras. Los humanos del medio oriente empiezan a trabajar el cobre. Al comienzo los humanos usaban este metal como lo hallaban en la naturaleza y por percusión lo moldeaban; con los años aprenden a moldearlo, calentándolo y vaciándolo en moldes, obteniendo la forma deseada y revolucionando la fabricación de herramientas y útiles. Pero no podían desplazar a la piedra en los trabajos agrícolas ni el talado de los árboles.
En Jericó, Megiddo y Siquem (territorios palestinos) se llega al neolítico con cerámica. Al aumentar la inseguridad del país, las ciudades se fortifican con muros de adobe (a pesar de abundar la piedra y con la cual solo los dos o tres primeros asentamientos construyeron sus muros). [1] [1] Tomado de Ortiz H. Angel E. Fundamentos Culturales del Judaísmo I, páginas33-37.
Ver también: religión en el paleolítico, Mesolítico y neolítico:religion
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