Globalización capitalista
En el marco de esta crisis de la globalización capitalista hay textos que no pierden su gusto y vigencia, que aportan elementos teóricos para quienes no asumíamos como desafiante un marco económico cual es el actual:
«La llamada globalización capitalista constituye un modelo de economía mundial, regional y nacional que divide las sociedades, concentra las riquezas y el poder político y margina a grandes masas humanas degradando cada vez más a las personas.
Esta globalización mantiene todos los rasgos del capitalismo (explotación del trabajo asalariado, extracción de la plusvalía, concentración de la riqueza y del poder) y agrega otros elementos diferentes a los del capitalismo industrial, porque principalmente ahonda su carácter parasitario o rentístico y se despliega como modelo de economía segmentada. Su desarrollo y sostenimiento es a costa de la sociedad humana en su conjunto, donde la mayoría se empobrece y se vuelve miserable y un sector cada vez más concentrado y minoritario disfruta de los bienes que ofrecen la naturaleza y la vida social.
El fenómeno del flujo de capitales de inversión a través de las fronteras no es tan diferente de lo que había sido al inicio del siglo XX, pero hay cambios en el orden social, como el del marginamiento de grandes masas humanas respecto del trabajo y la producción. En otro orden, las trasnacionales han constituido una verdadera dictadura mundial, con un mando centralizado, aunque dependen de sus propios Estados, como es el caso de los Estados Unidos. Sobre las cien trasnacionales más importantes de la lista de la revista Fortune, la publicación encontró que todas se habían beneficiado de intervenciones específicas de los Estados nacionales, donde tienen su base, mediante subsidios que provienen del contribuyente fiscal y del desguace del aparato productivo público en beneficio de las corporaciones.
“Hay un mercado —dice Noam Chomsky—, pero es un mercado guiado por el Estado, y el Estado nodriza es un factor crucial, con el cual las corporaciones cuentan” y agrega: “También existe una gran expansión del capital financiero, que es mayor que antes. Ese capital financiero se ha vuelto dominante frente al capital industrial”.
La victoria o triunfo del llamado mercado es en realidad la victoria del totalitarismo donde las corporaciones constituyen mandos centralizados, combinando las funciones ejecutivas, legislativas y judiciales en una unidad de control superior.
Su poder alcanza a la propaganda, el dominio de la información y, según Chomsky, el “control de la mente”.
El pensador Silvio Frondizi definió tempranamente, en 1946, que la integración mundial capitalista es la última etapa del imperialismo. Esa globalización es la del capital financiero y rentístico, por un lado, en el marco de una universalización de la revolución científico-tecnológica, por el otro. La primera tiene un destino incierto; la segunda ha llegado para quedarse por mucho tiempo, hasta que sea reemplazada por nuevos descubrimientos.
Hay tres nudos económicos que analizar con carácter previo y que son los siguientes:
1) Si estamos ante una onda larga o corta del capitalismo, de acuerdo a la teoría de Kondratieff.
2) Si el modelo de economía segmentada, nombre más preciso que el de “globalización”, se corresponde a un período signado por la violencia estructural o barbarización.
3) Si la transición nos lleva a un nuevo modelo de economía, más humano y libre, más justo y equitativo, o si el período de inestabilidad y excepción será largo y muy cruento.
A mi juicio, la respuesta es la siguiente. Nos encontramos ante una onda larga del capitalismo, depresiva y, por lo tanto, no expansiva. A diferencia de la expansión más grande del capitalismo entre 1945 y 1973 (crisis del petróleo), la etapa actual es precaria y vulnerable, signada por una inestabilidad permanente.
El capitalismo rentístico privatiza el dinero, tiende a feudalizar el poder, curiosamente destruye el mercado y privatiza lo público.
Divide antes que une y, al mismo tiempo, concentra el capital financiero.
Han existido muchas globalizaciones a lo largo de la historia. Immanuel Wallerstein lo ha explicado en su tesis de la economía-mundo. El Imperio Romano, la Iglesia Católica medieval, el Imperio Británico, la revolución protestante, el Imperio Español, entre otros ejemplos. No estamos ante un fenómeno original, sino frente a una etapa que Cornelius Castoriadis y Herbert Marcuse, y antes Rosa Luxemburgo, caracterizaron en la tensión Socialismo o Barbarie.
En esta onda larga del capitalismo hay una caída significativa del producto y del crecimiento respecto del período anterior. Se fortalece el desempleo. Decenas de millones de personas sufren el paro en los países centrales y son cientos de millones en la periferia. Hay una crisis en el liderazgo imperialista.
Atrofia del G7 más Rusia, e intento de extender el poder de dominación mediante la OTAN.
Se produce la expansión y explosión del crédito. Hay dinero flotante y una formidable especulación. El dinero toma autonomía respecto del comercio.
Existe un flotante de 200 a 300 billones de dólares en manos de multinacionales, especuladores y en el lavado de dinero del narcotráfico (el pensador norteamericano James Petras consigna cifras superiores).
La invasión electrónica en el mercado financiero y bursátil alienta transferencias enormes de dinero en pocos segundos o minutos, como ocurrió con un operador que mandó a la bancarrota a la Baring Brother en cuestión de minutos. La punta de esta crisis cíclica se está produciendo a partir del estallido de las denominadas burbujas financieras japonesas y de la crisis de los “tigres asiáticos”, que comenzó con la de Tailandia en el segundo semestre de 1997 y se extiende ahora por diversas regiones.
Anwar Shaikh y Ernest Mandel demostraron que una tasa promedio declinante de ganancia y una tasa estable de interés obtienen una tasa de ganancia real negativa. Por ello no es viable invertir más a largo plazo. Deja de ser favorable a la expansión, se convierte en freno y entonces la oleada especulativa es mayor porque es menos favorable invertir.
Surge así el actual período de inestabilidad, de desempleo, miseria creciente y caos, en el cual existe una autonomía relativa de la lucha de clases. Las huelgas en Alemania, Francia e Italia, obligaron a cambiar el mapa neoliberal europeo por otro a manos del reformismo de tipo socialdemócrata. De todas maneras, la violencia estructural es la que signa la etapa, con el enfrentamiento entre mafias, locales e internacionales, el lavado de dinero del narcotráfico y el surgimiento de las contradicciones secundarias, xenofobia, racismo, fundamentalismos y guerras étnicas.
Es difícil saber el tiempo que durará la etapa de barbarización en la que recién penetramos. No existen por ahora fuerzas, a nivel nacional, regional o mundial, que conduzcan mundialmente la reacción, espontánea, de las masas oprimidas.»[1]
[1] Tomado de Corbière Emilio J. EL MITO DE LA GLOBALIZACIÓN CAPITALISTA. e-libro.net, enero 2002.
«La llamada globalización capitalista constituye un modelo de economía mundial, regional y nacional que divide las sociedades, concentra las riquezas y el poder político y margina a grandes masas humanas degradando cada vez más a las personas.
Esta globalización mantiene todos los rasgos del capitalismo (explotación del trabajo asalariado, extracción de la plusvalía, concentración de la riqueza y del poder) y agrega otros elementos diferentes a los del capitalismo industrial, porque principalmente ahonda su carácter parasitario o rentístico y se despliega como modelo de economía segmentada. Su desarrollo y sostenimiento es a costa de la sociedad humana en su conjunto, donde la mayoría se empobrece y se vuelve miserable y un sector cada vez más concentrado y minoritario disfruta de los bienes que ofrecen la naturaleza y la vida social.
El fenómeno del flujo de capitales de inversión a través de las fronteras no es tan diferente de lo que había sido al inicio del siglo XX, pero hay cambios en el orden social, como el del marginamiento de grandes masas humanas respecto del trabajo y la producción. En otro orden, las trasnacionales han constituido una verdadera dictadura mundial, con un mando centralizado, aunque dependen de sus propios Estados, como es el caso de los Estados Unidos. Sobre las cien trasnacionales más importantes de la lista de la revista Fortune, la publicación encontró que todas se habían beneficiado de intervenciones específicas de los Estados nacionales, donde tienen su base, mediante subsidios que provienen del contribuyente fiscal y del desguace del aparato productivo público en beneficio de las corporaciones.
“Hay un mercado —dice Noam Chomsky—, pero es un mercado guiado por el Estado, y el Estado nodriza es un factor crucial, con el cual las corporaciones cuentan” y agrega: “También existe una gran expansión del capital financiero, que es mayor que antes. Ese capital financiero se ha vuelto dominante frente al capital industrial”.
La victoria o triunfo del llamado mercado es en realidad la victoria del totalitarismo donde las corporaciones constituyen mandos centralizados, combinando las funciones ejecutivas, legislativas y judiciales en una unidad de control superior.
Su poder alcanza a la propaganda, el dominio de la información y, según Chomsky, el “control de la mente”.
El pensador Silvio Frondizi definió tempranamente, en 1946, que la integración mundial capitalista es la última etapa del imperialismo. Esa globalización es la del capital financiero y rentístico, por un lado, en el marco de una universalización de la revolución científico-tecnológica, por el otro. La primera tiene un destino incierto; la segunda ha llegado para quedarse por mucho tiempo, hasta que sea reemplazada por nuevos descubrimientos.
Hay tres nudos económicos que analizar con carácter previo y que son los siguientes:
1) Si estamos ante una onda larga o corta del capitalismo, de acuerdo a la teoría de Kondratieff.
2) Si el modelo de economía segmentada, nombre más preciso que el de “globalización”, se corresponde a un período signado por la violencia estructural o barbarización.
3) Si la transición nos lleva a un nuevo modelo de economía, más humano y libre, más justo y equitativo, o si el período de inestabilidad y excepción será largo y muy cruento.
A mi juicio, la respuesta es la siguiente. Nos encontramos ante una onda larga del capitalismo, depresiva y, por lo tanto, no expansiva. A diferencia de la expansión más grande del capitalismo entre 1945 y 1973 (crisis del petróleo), la etapa actual es precaria y vulnerable, signada por una inestabilidad permanente.
El capitalismo rentístico privatiza el dinero, tiende a feudalizar el poder, curiosamente destruye el mercado y privatiza lo público.
Divide antes que une y, al mismo tiempo, concentra el capital financiero.
Han existido muchas globalizaciones a lo largo de la historia. Immanuel Wallerstein lo ha explicado en su tesis de la economía-mundo. El Imperio Romano, la Iglesia Católica medieval, el Imperio Británico, la revolución protestante, el Imperio Español, entre otros ejemplos. No estamos ante un fenómeno original, sino frente a una etapa que Cornelius Castoriadis y Herbert Marcuse, y antes Rosa Luxemburgo, caracterizaron en la tensión Socialismo o Barbarie.
Atrofia del G7 más Rusia, e intento de extender el poder de dominación mediante la OTAN.
Se produce la expansión y explosión del crédito. Hay dinero flotante y una formidable especulación. El dinero toma autonomía respecto del comercio.
Existe un flotante de 200 a 300 billones de dólares en manos de multinacionales, especuladores y en el lavado de dinero del narcotráfico (el pensador norteamericano James Petras consigna cifras superiores).
La invasión electrónica en el mercado financiero y bursátil alienta transferencias enormes de dinero en pocos segundos o minutos, como ocurrió con un operador que mandó a la bancarrota a la Baring Brother en cuestión de minutos. La punta de esta crisis cíclica se está produciendo a partir del estallido de las denominadas burbujas financieras japonesas y de la crisis de los “tigres asiáticos”, que comenzó con la de Tailandia en el segundo semestre de 1997 y se extiende ahora por diversas regiones.
Anwar Shaikh y Ernest Mandel demostraron que una tasa promedio declinante de ganancia y una tasa estable de interés obtienen una tasa de ganancia real negativa. Por ello no es viable invertir más a largo plazo. Deja de ser favorable a la expansión, se convierte en freno y entonces la oleada especulativa es mayor porque es menos favorable invertir.
Surge así el actual período de inestabilidad, de desempleo, miseria creciente y caos, en el cual existe una autonomía relativa de la lucha de clases. Las huelgas en Alemania, Francia e Italia, obligaron a cambiar el mapa neoliberal europeo por otro a manos del reformismo de tipo socialdemócrata. De todas maneras, la violencia estructural es la que signa la etapa, con el enfrentamiento entre mafias, locales e internacionales, el lavado de dinero del narcotráfico y el surgimiento de las contradicciones secundarias, xenofobia, racismo, fundamentalismos y guerras étnicas.
[1] Tomado de Corbière Emilio J. EL MITO DE LA GLOBALIZACIÓN CAPITALISTA. e-libro.net, enero 2002.
y aguas porque la siguiente intentona de globalizar pangea sera de riguroso a guevooo!!!, asi que a perderle un poquito el amor a lo material que llegara el dia en que no tengamos nada, saludossss!!!!
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