Los bancos

Los bancos son uno de los progenitores del dinero, junto con las casas de moneda y las secretarías del tesoro o los ministerios de finanzas. Son por supuesto mucho más antiguas las casas de moneda y luego los bancos. Durante el imperio romano se conocían bancos incipientes; durante la Edad media, menguaron como el conocimiento y la actividad científica, posiblemente debido al conflicto con la objeción religiosa a la usura.
Cuando llegó el renacimiento la banca revivió de mano del comercio floreciente, principalmente de mano de los italianos (aunque eso no implica ninguna continuidad de los bancos romanos y los ulteriores italianos del renacimiento), destacando por ejemplo la familia de Los Médicis, familia descollante en esta actividad, gracias a que oficiaban como agentes fiscales de la Santa Sede. Fueron las casas bancarias de Venecia y Génova las precursoras de los bancos hoy en día. «Cuando el negocio de los préstamos se desarrolló en Londres no fue sino natural que la calle donde se estableció la primera empresa de este tipo llevara el nombre de Lombardos.»
¿Y cómo crean dinero los bancos? Desde sus orígenes la lógica ha sido la misma. Un cliente deposita fondos que serán transferidos a otro dueño para liquidación de cuentas. Pues bien, sobre ese depósito se le puede prestar una cantidad semejante a otro cliente solicitante, diferente al acreedor del depositante original. Este crédito le genera al banco intereses que es la esencia de su existencia. Ambos fondos, el depósito inicial del cliente 1 y los intereses generados por el crédito del cliente 2 podrían emplearse para hacer pagos, lo que es lo mismo que decir, como dinero.
Llegados los billetes a este fluir de fondos, algo muy aprovechado en la República Norteamericana, pues se le daba al depositario no un depósito sino un billete redimible en la moneda firme que había sido depositado en el banco como capital o como depósito sedentario. Con dicho billete el prestatario efectuaba sus pagos, el receptor de dichos pagos a su vez podía redimir el billete en moneda dura o emplearlo a su vez en sus propios pagos. Y el banco seguía recibiendo intereses sobre el préstamo original. Luego sobre un único depósito se prestaba dinero en cadena sin que aumentasen la existencia de bienes, luego los precios subían y el dinero valdría cada vez menos (inflación)[1]. Si hubiera menos dinero para comprar cosas, los precios disminuirían, pero esa disminución sería rápida y ruinosa para aquellos que tuvieran bienes que vender o deudas que pagar (depresión).[2]
[1] Pero el milagro de la creación de dinero por parte de los bancos, estimulaba la industria y el comercio, además de brindar una cálida sensación de bienestar.
[2] Bibliografia consultada:
Bibliografia consultada: Galbrait John Kenneth. El Dinero, de donde viene y adonde va. Editorial Diana Colombiana Ltda, Bogotá, 1983, páginas 28-32

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